De finanzas, mercados bursátiles, negocios, inversionistas y capitalismo en general, ya neoliberal o liberal a secas, no tengo ni idea. Detecto las estafas, pero nada más. Sobre todo desde que hace décadas el país de capitalismo más salvaje es China, el único en el que ha triunfado oficialmente la dictadura comunista. Por supuesto, tampoco tengo ni idea de tecnología, informática ni sociabilidad digital; a duras penas logro encender y apagar el ordenador para redactar esto. Y desde la infamia del Mundial de Qatar, que ni veo ni veré, resulta que de fútbol ya no entiendo nada, ni me interesa.
Porque está claro que si a una edad avanzada hay cosas de las que no se tiene ni idea, sobre todo cosas tan importantes como las mencionadas de las que depende el curso del mundo, es porque deliberadamente se ha procurado no tenerla, lo que exige un enorme esfuerzo de ignorancia activa. Una voluntad firme, específica, de no saber nada de esto ni de lo otro. Ya pueden cantar las sirenas, que no me daré por enterado. Hasta los cincuenta años más o menos me esforcé en entender y luego por fin entendí que ya entendía más de la cuenta, error gravísimo, y tuve que dedicar mis menguadas fuerzas a lo contrario. Incremento la lista de cosas, de actualidad o antiguas como el Antiguo Testamento, de las que no tengo ni idea. Sentimientos y emociones patrióticas, Teoría del Todo, que aunque pertenece a la física y no a la metafísica, suena a fe en el progreso indefinido, sea lo que sea eso, la literatura contemporánea (relatos actuales), las ciencias sociales, las ciencias psicológicas, las ciencias de género, todas ellas omnipresentes.
Ni idea de estas cosas, ni ganas. Lo digo con el máximo respeto. Del futuro, que es el gran tema del día desde hace milenios, seguro que no tengo ni idea. Y yo qué sé. El listado podría continuar (me he esmerado en los últimos años por fortalecer ciertas ignorancias), pero sería de mala educación y como de eso sí que sé mucho no me extenderé. Basta añadir que casi todas las cosas de las que no tengo ni idea son precisamente las que conforman el 89 % de la actualidad. Las que hay que saber. Ni que lo hubiese hecho adrede, vaya.