En el pórtico de la Gloria de Santiago, el maestro Mateo, con nombre de apóstol, consiguió que los setenta ancianos del Apocalipsis tocaran al unísono el mismo salmo de subida a la Jerusalén celestial. Aquella escena inmortalizada en piedra fue el precedente de la que tuvo lugar la semana pasada en el Parlament balear cuando Thomàs el maestro de cámara, otrora apostólico, evitó que sus diputados tuvieran que tocar la misma sintonía, la de los sueldos de sus señorías. Por suerte, la gloria del pórtico del Parlament no tuvo que quedarse de piedra compostelana al ver que su voto podía ser el mismo que el de los músicos más populares. Ellos, por su parte, ya habían afinado sus artefactos musicales cuando se aprobaron las canciones de los Presupuestos. Y mientras los instrumentos de percusión de Podemos podían tocar en clave de Sí a la subida de sueldos, los populares de viento ya lo habían hecho en clave de No.
Hay que ver lo que es el arte y cómo donde dije digo, digo Diego. Todo sea para que veamos al coro de los apóstoles tocando la misma música, como si ésta fuera gloriosa. No te creas que nuestros músicos son de piedra o que tienen la cara más dura que la del granito del pórtico de la gloria santa. Incrédulo ante lo que estaba sucediendo, el maestro Thomàs, metió la mano en los agujeros de las palmas y en el costado, y retiró el himno de la salmodia litúrgica de la mesa del Parlament.
Fue en ese momento cuando comenzó a sonar una música celestial, se abrieron los cielos y vimos a los parlamentarios descender a la tierra como ángeles celestiales que cantaban a tres voces que este año tampoco se iban a subir los sueldos. En el 2022, compostelano por segunda vez, no vamos a poder escuchar el salmo de las subidas de los sueldos celestiales para los instrumentistas del coro del pórtico de la Gloria balear.