El 19 de junio de 2014, Felipe de Borbón y Grecia, príncipe de Asturias durante más de cuatro décadas, era proclamado Rey de España tras la abdicación de su padre Juan Carlos I, acechado por escándalos públicos y privados. En su primer discurso, Felipe VI anunció una «Monarquía renovada para un tiempo nuevo». Tenía 46 años e iniciaba con una gran ilusión y determinación la tarea para la que llevaba preparándose toda la vida. Se cumplen ahora diez años de aquella coronación y el monarca ha detallado que «la coherencia y la integridad», junto a la Constitución, han sido los principios que han guiado sus decisiones y actos en esta década. Lo cierto es que, durante este tiempo, el Rey ha mantenido la neutralidad debida y se ha erigido como un elemento estabilizador en momentos de zozobra política. Felipe VI ha conocido durante su primera década de reinado a dos presidentes: Mariano Rajoy y Pedro Sánchez, y vivió en primera línea el referéndum ilegal de Catalunya del 1 de octubre de 2017.
Discurso histórico.
Precisamente en aquel período, cuando millares de catalanes se echaron a la calle y la crispación era máxima, el jefe del Estado pronunció un discurso histórico en el que criticaba la quiebra de los principios democráticos que deben regir todo Estado de Derecho, «socavada la armonía y la convivencia en la propia sociedad catalana, llegando desgraciadamente a dividirla». Algunos han asemejado esa intervención con el discurso de su padre en el golpe de Estado del 23-F, aunque también es verdad que en ese momento en ciertos sectores se le recriminó falta de generosidad con el conflicto catalán.
El mejor activo.
Sea como fuere, diez años después las cosas no han sido fáciles para Felipe VI, pero la Monarquía goza de buena salud, un detalle que deja en buen lugar al Rey, que ha encontrado en la princesa Leonor, la heredera al trono, a su mejor activo. Con todo, la institución debe seguir el papel renovador que ya se anunció en su día y adaptarse a los nuevos tiempos.