Mallorca, tierra de samuráis: «Somos de los pocos centros en Europa en enseñar las técnicas»

Gakushin Dojo imparte clases de Tatsumi Ryu, una de las de artes marciales tradicionales más antiguas de Japón con más de 500 años de historia

Tatsumi Ryu

Gonzalo Asensio, sentado en el centro, junto a sus alumnos de 'Tatsumi Ryu' | Foto: Lluís Font

| Palma |

Calle Monterrey. Martes. Seis de la tarde. Los alumnos cruzan la puerta y, antes de pisar el dojo, se quitan los zapatos y muestran sus respetos con una reverencia. Después, entran en el vestuario, colocándose el keikogi y el hakama, y sacando de sus bolsas la tradicional espada de bambú japonesa, el shinai. Con la llamada de Gonzalo Asensio, su sensei, para que se coloquen en posición, ya saben que su habitual clase de Tatsumi Ryu de cada martes está a punto de comenzar. Una vez listos, se colocan en fila con una rigurosidad espartana para adentrarse, una vez más, en esta arte marcial ancestral que, más allá de promover el deporte y la competición, busca ejercitar la mente y el cuerpo a través de las prácticas de los antiguos samuráis, que no solo entrenaban el arte de la espada, sino también tácticas militares enfocadas para salir airoso de las batallas. Gakushin Dojo, ubicado en Palma, es uno de los únicos centros de Europa y de los pocos fuera de Japón que todavía transmiten la pureza de las técnicas originales de la escuela oficial de Japón, cuyo origen se remonta a más de cinco siglos atrás, convirtiéndolo en una de los pocas escuelas samuráis que han sobrevivido al inexorable paso del tiempo.

El surgimiento de esta arte marcial koryu, nombre que reciben las escuelas tradicionales, puede rastrearse hasta el siglo XVI, la Era Eisho en Japón, con la figura del estratega y guerrero Tatsumi Sankyo, creador de la escuela que tiene su mismo nombre. En la época en la que estuvo activo, fue reconocido por su grandes dotes tácticas y por su implacable técnica con la espada, llegando a ser imbatible durante el tiempo en que estuvo activo. «Si traducimos el nombre, vendría a significar ‘la escuela del que está de pie’, el cual se relaciona con la filosofía del arte marcial de buscar la efectividad absoluta. Cabe recordar que, a diferencia de las escuelas contemporáneas como el karate o el judo, que nacieron en épocas de paz, las koryu surgieron para enterar a guerreros y prepararles para la guerra, por lo que no solo se entrena la técnica, sino también estrategias y tácticas militares. Concretamente, Tatsumi Ryu nació como una escuela de infantería de campo abierto», remarca Asensio.

Gonzalo Asensio, instructor de 'Tatsumi Ryu' en Gakushi Dojo. Foto: Lluís Font

A partir de ese momento, a lo largo de los años, la escuela pudo mantenerse activa con su transmisión a través de alumnos y grandes figuras de la historia japonesa pueden encontrarse entre sus adeptos. Uno de ellos fue Henmi Shokuke, quien fue la cabeza de la Policía Metropolitana de Tokio durante la Restauración Meiji (situada alrededor del siglo XIX) y que a día de hoy es considerado uno de los samuráis más importantes de Japón, o Fukuzawa Yukichi, escritor y filósofo clave en la modernización de Japón en esa misma era y que a día de hoy aparece en el billete de 10.000 yenes debido a su papel histórico en el país nipón: «La supervivencia de la escuela fue complicada, pues tras el periodo de guerras civiles muchas artes marciales koryu desaparecieron porque ya no eran necesarias, pero gracias al esfuerzo de conservación de los maestros y a estas figuras, el Tatsumi Ryu se ha podido conservar con su filosofía original. A día de hoy es reconocido como tesoro inmaterial en Japón».

El Tatsumi Ryu, un arte marcial completo

A día de hoy, Gakushin Dojo es uno de los pocos centros en el mundo donde se puede practicar este arte marcial ancestral con el beneplácito de la escuela original en Japón. De hecho, en España es el único dojo que tiene la autorización de practicar Tatsumi Ryu con la técnica original, además del Senshin Dojo, su centro gemelo ubicado en Barcelona. Según datos recabados por Gakushin Dojo, menos de veinte personas fuera de Japón forman parte oficialmente de la escuela: «La única manera de formar parte de una escuela antigua es teniendo contacto constante y directo con la sede. A España la trajo Miguel Morancho, quien le enseñó un practicante japonés. Él después enseñó en Barcelona a Jaime Gamundí, quien fundó Gakushin Dojo y que además fue mi sensei en 2006. Gracias a él pude viajar a Japón y entrenar con los maestros de allí».

Los alumnos durante una clase de 'Tatsumi Ryu'. Foto: Lluís Font.

Sobre el contenido enseñado en Tatsumi Ryu, Asensio comenta que, en un inicio, las lecciones están enfocadas en el kenjutsu, es decir, el combate con espada; y el iaido, las técnicas referidas al envainado y desenvainado del arma, cuyo objetivo era terminar una pelea antes de que comenzara con un único golpe, un estilo muy útil para finalizar duelos o batallas callejeras. Sin embargo, una vez asentados los básicos, el currículum se abre sobremanera y se enseña una gran variedad de tácticas con armas de todo tipo: el shuriken jutsu, el lanzamiento de shurikens; el bo jutsu, o el combate con bastón largo; el yawara jutsu, un estilo de combate sin armas centrado en luxaciones e inmovilizaciones, o el naginata jutsu, el uso de la alabarda japonesa para luchar contra varios adversarios a la vez, entre muchos otros estilos cuyo objetivo no es otro que la supervivencia en el campo de batalla y saber resarcirse de cualquier situación durante la contienda.

Según estimaciones de Asensio, hay alrededor de 15 alumnos en Mallorca que estudian Tatsumi Ryu, un número bajo si se comparan con artes marciales modernas como el kárate o el judo. En ese sentido, el instructor remarca que, a diferencia de estas, el Tatsumi Ryu es una escuela más reflexiva, cultural y con una profunda base en la técnica, y en occidente todavía nota que las personas prefieren artes marciales más deportivizadas. «Lo que las personas buscan más a día de hoy es sudar, hacer deporte mientras aprendes un arte marcial. Tatsumi Ryu no va de eso: el currículum es tan extenso que no me puedo dedicar a hacer clases puramente físicas, solo nos centramos en la técnica. También que hay que tener en cuenta que se trata de una escuela de 500 años, para interiorizar el arte marcial se necesita un compromiso casi de por vida, y en una sociedad occidental donde se busca la inmediatez poca gente está dispuesta a aceptar este reto».

Los samuráis de Mallorca

Asensio da clases tres veces a la semana de Tatsumi Ryu, donde alrededor de una veintena de alumnos se adentran en las antiguas técnicas de la escuela para aprender y vivir el entrenamiento por el que debían pasar los implacables samuráis. Una de sus alumnas es Patricia Hidalgo, quien no es ajena a las artes marciales ya que proviene del mundo del kendo, el cual practica en el mismo dojo. «Como entreno aquí, descubrí que también se podía practicar Tatsumi y he visto que me complementa muy bien esa parte más competitiva que tengo con el kendo. Me genera mucha tranquilidad porque no tienes que cumplir esa expectativa de ‘ser el mejor’, al final es algo que disfruto y que lo puedes practicar toda tu vida».

De izquierda a derecha: Patricia Hidalgo, Andreu Navarro y Nick Casado. Fotos: Lluís Font

En el caso opuesto se encuentra Andreu Navarro, quien solo le bastó una mirada para saber que este era su lugar: «La verdad es que descubrí el arte marcial pasando por la puerta y viendo cómo entrenaban. Siempre he sido un poco friki de la cultura japonesa y de los samuráis y esta disciplina me pareció súper interesante». Ahora, con más de dos meses adentrándose en la antigua escuela japonesa, Navarro define el Tatsumi Ryu como una «práctica espiritual. Cuando realizamos los katas entramos en un estado de meditación activa, como una especie de trance. Ahí es cuando te das cuenta de por qué decían que el alma de los samuráis iba ligada a su katana».

Esta práctica, sin embargo, no solo es para los adultos. Nick Casado, con tan solo 10 años, se ha convertido en el miembro más pequeño del grupo en continuar la senda de los samuráis, una figura que siempre le ha fascinado. «Buscando, mi padre descubrió que hacían clases de samuráis aquí. Llevo solo tres semanas pero me está encantando». Nick ya tenía experiencia con las artes marciales con el karate, aunque se sorprendió al ver que el Tatsumi Ryu es «muy diferente. Aquí aprendemos a usar espadas y nos enseñan más cosas aparte de las técnicas».

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