Hace unos días nos pasamos por los alrededores del estadio Son Moix. «Dense una vuelta por el solar vallado que hay enfrente de la grada Sur, y verán», nos decía el ciudadano. «Luego, salten la valla, que está medio tirada, y caminen por las aceras y aparcamientos del estadio, frente también a dicha grada, y…». Pues así lo hicimos.
A través de una puerta abierta que había en aquel enorme recinto vallado, entramos en él. ¿Qué nos esperaba ahí? Caminamos por unos senderos y, ¡de pronto!, nos encontramos con una zona llena de escombros. Un vertedero, sin duda. Escombros repartidos entre dos espacios que algún furtivo habría dejado allí. Y lo peor, que nos tememos que dicho vertedero puede ir creciendo.
Seguimos, y a no pocos metros nos encontramos con otro vertedero, este de ropa y zapatos usados, completamente empapados, siendo su extensión mayor que el de los escombros.
Continuamos. Ahora nos encontramos con un asentamiento debajo de unos árboles, y un poco más adelante, cerca de la valla que separa el lugar de la pequeña central eléctrica, descubrimos entre la maleza una tienda de campaña de ciertas dimensiones. En ninguno de los dos sitios hay gente, pero imaginamos que por las noches sí la habrá.
Por cierto, la alambrada que separa este pequeño bosque de la central eléctrica está rota, por lo cual, por el roto, se puede colar la gente. De ahí que recomendemos a quien corresponda que le eche un vistazo, pues no es bueno que alguien se cuele a través de ese roto en un lugar donde se han de tomar precauciones para estar en él.
Alrededores del estadio
Tras un último vistazo a nuestro alrededor, no viendo nada más que nos llame la atención, nos acercamos a la valla que lo separa del párking del fondo sur del estadio mallorquinista, que no saltamos, pues está tirada, rota y… ¡Oh! Ahí se repite la historia de dónde hay árboles, alcorques, desagües y aceras.
Primero, nos encontramos con que, enfrente de Sport Bar, una alcantarilla está rota y su rejilla hundida, por lo cual, en unas prisas, y con poca luz, metes el pie en ella y te lo fastidias. Cerca de dicha alcantarilla, y a poco que dejas la valla, ves como las raíces de un árbol en su crecimiento, no solo han levantado el asfalto que lo rodea, sino que, además, ha hecho saltar los ladrillos de su alcorque.
Más cosas. Frente a la puerta número 5 vemos como también las raíces de los árboles han levantado la acera y han resquebrajado el asfalto que hay frente a ella.
Por tanto, visto lo visto: 1) no entendemos cómo se siguen plantando árboles que cuando crecen levantan aceras y todo lo que tengan a su alrededor. Tampoco entendemos cómo, estando a la vista la valla rota que separa el estadio del descampado donde están los escombros, sigue así, rota y tirada en el suelo. Y dicho lo cual, el alcalde, cuando vaya al fútbol, en vez de entrar por la puerta que entra, que lo haga por la cinco y verá que todo cuanto contamos es cierto. Y como el estadio es municipal, que ordene que reparen todo cuanto hay de reparable, que no es poco. ¡Ah!, y ya que estamos ahí, que ordene también que retiren la media docena de contenedores que hay frente al estadio, pues aparte que deben de ser de la época de Fageda, su estado y estética no están en consonancia con un estadio de un equipo de Primera División.
Sa Riera, hay que limpiarla
De regreso a casa, nos acercamos a la parada del bus, que está en la carretera de Establiments a Palma, para lo cual hemos de atravesar, como quien dice, el polígono de Son Valentí.
Cuando pasamos por dónde discurre sa Riera, echamos un vistazo a su cauce, y viendo lo que vemos, pensamos que no estaría de más que Emaya lo limpiara. Sí, hace unas semanas dijo que estaba limpiando los torrentes… Pues si lo ha hecho, ahí han vuelto a crecer los matorrales.