Músico, actor, guionista, presentador, showman… Edu Soto tiene más salidas que una plaza de toros. Le descubrimos hace veinte años, tirando de agudeza e ingenio para rescatar la cultura ‘bakala’ de los 90, en un late night show que devoraba las audiencias. Su imagen se acomoda fácilmente en la memoria: con aquel chándal verde y amarillo y las gafas de sol sobre el cráneo rapado; fue ‘El Neng’ pero su talante angular le ha permitido dejar atrás el personaje, y hoy es un fino analista de la comicidad que hunde sus raíces en los aspectos más cotidianos de la vida. Nuestro fabricante de alegría aterriza en el Auditòrium de Palma con Más vale solo que ciento volando (hoy, a las 18.00 y 20.30) un incombustible monólogo donde habla, canta, baila e improvisa. «es un show que hacemos entre el público y yo, y al estar en constante cambio mucha gente repite. Mi técnico siempre dice que se lo pasa de puta madre porque es como si lo viera siempre por primera vez», comenta.
En esta ocasión, el humorista se interpreta a sí mismo. «Soy un Edu Soto cabreado que está ahí sin ganas. Pero también hago de padre, de hijo, de coreógrafo y de hipnotizador». Desde el inicio del espectáculo, el público interactúa con el protagonista, pero «no está calculado, me dejo llevar. Tengo las dos cuerdas de la cometa y el viento puede soplar para un lado o para otro...».
Artista todo terreno
La evolución como showman todo terreno de Edu Soto ha sido ascendente en los últimos años. «Empecé con mucha intuición y muy salvaje, y poco a poco he ido domando a la fiera. Creo que voy hacia un autocontrol intrínseco que te llega por naturaleza, por la edad. Hombre disfrutón, sobre el escenario, Edu no puede inclinarse por su faceta en la actuación o monologista. «Cada cosa es un disfrute diferente, como cuando llegas a casa después de correr y te bebes un vaso de agua que te sabe genial. Pero si vas al Port de Sóller te bebes un vino blanco. Cada cosa tiene su punto y su momento». Asegura que «se valora más al actor dramático pero la comedia es el género más difícil».
Como otros humoristas, mide las palabras, «a día de hoy no puedes saltar al escenario y decir según qué cosas. Y no me refiero a cosas super fuertes, sino incluso a chorradas».
En una ocasión, Edu comentó que detectar a un gilipollas es fácil, el Parlamento está petao. «Tal y como está montada la sociedad no sé como no hay una revolución en pos de la lógica. En la política veo mucha idiotez y nadie levanta la mano y dice ‘oiga, perdone, pero es que no somos gilipollas’. Conocido, por el gran público como ‘El neg de Castefa, recuperó la cultura ‘bakala’ de los 90 caracterizando a un rapao, espídico y maquinero pero con corazón. Cuando se le pregunta si ehca de menos el personaje, Edu se lo piensa y asegura que «tanto como echarlo de menos no, pero de vez en cuando me gustaría recuperarlo. Conservo el chándal en casa, tengo muy buen recuerdo». Su sonido megatrón.. «la verdad es que nunca he estado metido en esa movida, lo hice sin tener ni puta idea, pero hay gente que pensaba que sí la había transitado». Su fama con Neng llegó incluso a salir en un informativo de Antena 3 televisión. «Mi padre me dijo ‘nene, pon la tele’ y vi a Matías Prats narrando la noticia. Y te digo más, estuve en Egipto rodando un sketch del Neng y cuando fui a visitar el Bazar, vestido de calle, nos preguntaron de dónde éramos y al decir de España dijeron ‘qué pasa neng’.
En la serie ‘Nacho’ interpreta a Tigerman. Todo un leyenda en Barcelona. «Sí, cierto. Se colgaba del pene bombonas de butano, una locura». Sin embargo, Edu también ha hecho papeles en teatro. « y me han dicho que no se esperaban que lo hiciera tan bien».