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Historias reales de la 'mili'

El Centro de Cultura Militar acogió este miércoles la presentación de una exposición sobre la historia del servicio militar en Mallorca

Los coroneles José Luis Sales y Juan Arnao introdujeron el acto. | Jaime Verd

| Palma |

El Centro de Historia y Cultura Militar acogió este miércoles la exposición Yo hice la mili en Mallorca. El coronel José Luis Sales fue el encargado de introducir el acto ante el medio centenar de personas que se congregaron en el patio de Armas del Covento de Santa Margalida. A continuación, su homólogo Juan Arnao llevó a cabo una explicación retrospectiva de las diferentes épocas, cambios y curiosidades del proceso de adiestramiento castrense en la Isla.

A lo largo de los pasillos que rodean el patio, quien asista a esta exposición disponible hasta el próximo 25 de octubre podrá conocer sus entresijos gracias a varios paneles informativos formado por textos divulgativos y fotografías de la época. Además, se encuentran varios objetos representativos de la vida militar como son unas literas, un par de botas de faena, una miniatura de un convoy o distintas vestimentas.

Escuela de vida

Apunto de cumplir 80 años Vicente Torres se emocionó al ver el cañón de Cala Figuera, que disparó en unas maniobras con la Unidad de Artillería. Era 1964 cuando «tuvimos que avisar a la gente de Santa Ponça para que abrieran las ventanas y no se asustaran. Fue un estruendo impresionante». Torres añade que «en la mili haces compañerismo y te das cuenta que el mundo no es tan cómodo como pensabas y a veces no es fácil adaptarte a la vida real».

Por su parte, Fernando Molina tiene 50 años y no puede ser más claro a la hora de recordar una experiencia «fantástica, un lujo. Por todo, el compañerismo, aprendí… me emociono. Aprendí como es la vida, a vivir. Fue la primera experiencia fuera de mis padres y aprendí a mantenerme, a relacionarme. Y también respeto y educación, que es una cosa que falta hoy en día. Fue una experiencia productiva».

Fernando Molina con las clásicas literas y unas brillantes botas de faena. | Jaime Verd

Molina conducía un Jeep y explica la anécdota en la que «durante unas maniobras en el cuartel de Cap Blanc, yo llevaba el coche y estaba bebiendo cerveza con un compañero. Nos paró un coche en medio de la carretera pero seguimos. Llegamos a la batería y era el jefe. Arrestados. Estuvimos un día. Así muchas cosas. Lo pasé tan bien que volvería hoy mismo. De hecho, vivía al lado del cuartel y no iba a casa a dormir de lo bien que me lo pasaba».

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