Persianas mallorquinas, damajuanas, sifones de Can Miquel, senallas, siurells, la payesa de Binissalem o el pa amb oli, ‘lo nostro’ en estado puro impreso en camisetas, tote bags, carteras, calcetines... Nada escapa a la mirada de Cata de Placeta, nombre con el que ha designado a su negocio la fotógrafa y diseñadora Catalina Guardiola. Tradición, cultura y modernidad es lo que ofrece esta emprendedora en las piezas que diseña y vende en su web, así como en las diferentes ferias de la Isla.
Guardiola se crio en Binissalem, comenzó a estudiar Bellas Artes, pero no lo terminó para dedicarse luego a la fotografía. Su negocio, por ejemplo, nació casi por accidente. Amante de las tradiciones de Binissalem, «y con ocho apellidos mallorquines», recuerda con humor, un día fotografió colgadas en un perchero las diferentes prendas con la que se vestía la payesa, hizo una instantánea y la subió a Facebook.
La imagen se puso de moda entre todos su vecinos, tanto que incluso le pidieron que hiciera una foto similar, pero con la ropa del payés masculino. Luego le pedirían estampar la foto en camisetas. Sin comerlo ni beberlo, apareció el germen de su negocio en 2015. «Y si me lanzo y hago una colección con todas mis fotos?», recuerda esta joven. Dicho y hecho.
Tradición y modernidad
Así se le ocurrió llamar a su negocio Cata de Placeta, porque siempre la han llamado Cata entre sus allegados y su casa estaba ubicada en una plaza de Binnisalem; si a esto le unes la canción popular Na Catalina de Plaça, que Cris Juanico versiona en muchos conciertos, tenemos el nombre de su empresa.
«Se me ocurrió seguir usando piezas de la tradición y cultura mallorquinas y llevarlas a camisetas, luego vendrían las carteras, los calcetines, delantales... todo es posible en los diseños de esta joven que lleva la mallorquinidad a la máxima potencia. «Con mi trabajo intento acercar nuestras raíces a los más jóvenes. Un siurell, la sobrasada o el pa amb oli es muy ‘nostro’, podemos sentirnos orgullosos de nuestras tradiciones», explica la emprendedora.
Y está funcionando porque Catalina confirma que la mayor parte de sus clientes son residentes locales que conocen y entienden las imágenes que muestra en su trabajo, aunque también le compran residentes extranjeros: «Si conocen la isla, siempre caen», finaliza.
¿Qué le queda por mostrar en sus piezas a Cata de Placeta? «Tengo que usar el típico llaüt mallorquín, aprovechar la flora y fauna autóctonas y, cómo no, el mar. Soy muy fan de peces como el cap roig, es tan visual», dice. «¿Y los dimonis? No puedo olvidarme de ellos», apunta la creadora. ¿El futuro? Catalina Guardiola juega con la idea de montar su propia tienda física, pero, eso sí, no será en Palma, tiene que ser en la Part Forana.