Imparable como un meteorito, así es la retórica de Asaari Bibang. Genuina, mordaz y rompedora, la articulista, actriz, escritora, bailarina, modelo y humorista de origen guineano tiene más ‘registros' que la Audiencia Nacional. Su humor se ha especializado, desde una perspectiva instructiva, en dar visibilidad a los problemas que sufre una mujer negra y migrante en este país. Pero no todo es activismo en su show, también lanza perlas como «estoy más perdida que un daltónico en un desfile de Desigual»… CaixaForum Palma acoge este jueves, a las 21.30 horas, a esta humorista a la que la revista Forbes definió como una de las 100 influencers más importantes del activismo. Llega con Humor negra, un montaje que sitúa al espectador frente al espejo de los tópicos, los prejuicios y los estereotipos.
¿Qué nos depara ‘Humor negra'?
Mucha risa.
¿Hace falta más sensibilidad o mano izquierda para subir al escenario temas como el racismo y el feminismo?
Hace falta mucha técnica, porque para decir con gracia algo que duele y poner a las personas en predisposición de defensa, que no se sientan agredidas sino que se rían, hace falta mucha técnica.
Si sentamos en el diván el sentido del humor de este país, ¿cuál sería su diagnóstico?
El diagnóstico es que hay mucho machismo, también mucho humor dirigido a minorías y colectivos vulnerables.
¿Hacer reír requiere de una perspectiva subversiva?
Absolutamente, porque debes tener la capacidad de ver las cosas desde un punto de vista muy particular y profundo. La comedia es verdad y dolor.
¿El humor es el retrato de nuestra sociedad?
En España tenemos un humor muy particular, sabemos sacarle la puntilla a todo… y eso es bueno, el sentido del humor habla mucho de la inteligencia emocional. Pero creo que hace falta ampliar las narrativas y los perfiles de quien lo cuenta.
Sócrates sentenció que ‘la verdad nos hará libres'... ¿y el sentido del humor?
Más. Porque reír es un acto involuntario, reír cuando algo te hace gracia te libera.
Como humorista ¿cuáles son sus fortalezas y sus debilidades?
Mi fortaleza es que soy muy graciosa escribiendo, y mi debilidad es que como persona soy muy sensible y empática, y a veces tiene que haber cierta distancia para hacer comedia, y me cuesta abstraerme de mi auténtico yo.
¿Si algo no puede tener el humor es miedo?
Sí. Y si tu humor tiene miedo lo que tienes que hacer es contar tu miedo, hacerlo es la forma de perder ese miedo.
¿Humor e inteligencia van siempre de lamano o hay tontos muy graciosos?
Hay tontos muy graciosos (risas). Hay gente que abre la boca y no tienen que hacer nada más, como Joaquín, y no estoy diciendo que sea tonto ¿eh?, solo que es de esas personas que tienen el don de la gracia.
Galder Varas afirmaba en una entrevista que ‘hay gente que solo consume política a través del humor'. ¿Humor y política son un matrimonio bien avenido o conviene separarlos?
Qué va… separarlos ¿para qué? Todo es política, la vida es política. Y como es un tema que incomoda, el humor es una vía maravillosa para hablar de ello.
¿Alguna vez se ha enfrentado a la indiferencia del público?
El que te diga que no miente. Cada vez menos porque tienes más tablas y más morro. Al ser más conocida el público está más precondicionado, te quiere más. Al final la gente va a verte porque les gusta tu esencia. Trabajamos con emociones y trabajamos con personas, así que enfrentarte a la indiferencia del público es algo que está ahí, es un gaje del oficio, aprendes a convivir con el y te hace madurar.
Sabemos que el fracaso es la mejor escuela, pero… ¿se puede aprender del éxito?
Sí, claro, muchísimo. Se puede aprender mucho en el camino al éxito. Y una cosa que aprendes es que el éxito no es tal, porque es algo subjetivo y efímero.
¿Qué le saca de sus casillas sobre un escenario?
Me molesta cuando alguien está todo el show con el móvil, porque es algo deliberado, es como si me dijeran ‘me importa un comino el trabajo que has hecho'.