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Memoria viva, una receta contra la brecha generacional

Foment de la Autonomia reúne a niños y ancianos para compartir su experiencias vitales

Los niños regalan a los ancianos su historia de vida. | Xisca Monserrat

| Binissalem |

«Conocer nuestros orígenes es la mejor manera de conocernos a nosotros mismos, es una receta que a mí me ha servido mucho y que creo que puede ayudar a las nuevas generaciones». Mateu Grimalt, usuario de la sección Foment a la Autonomia per a les persones majors del IMAS resume con estas palabras a sus 84 años de edad el encuentro que ha mantenido con dos niños de sexto de primaria del colegio público Robines de Binissalem.

Los chavales escuchaban asombrados las historias vitales de este vecino del pueblo, hijo de un taxista que instaló en el municipio uno de los primeros teléfonos de la época. «Les conté que venía gente de todo el barrio a llamar a mi casa y no se lo podían creer», relata.

El programa inergeneracional del IMAS, que cuenta ya con 71 grupos de Memoria en distintos municipios de Mallorca y más de 1.700 usuarios, pone en contacto a sus mayores y a los alumnos de colegios e institutos de sus pueblos. A través de cartas primero (un modelo de comunicación prácticamente extinto en el siglo XXI) y de encuentros presenciales después, las dos generaciones intercambian experiencias, sentimientos e historias de vida. La iniciativa no solo estimula la memoria y combate la soledad de los mayores, sino que enriquece el conocimiento de los niños sobre el pasado reciente, con relatos en primera persona sobre los usos y costumbres que rara vez encuentran en los libros de texto.

«Aunque llevo cuatro o cinco años en el programa esta ha sido mi primera experiencia de conversaciones con escolares y ha sido muy gratificante. La juventud por lo menos sabe que existimos, ha sido un intercambio de ideas y conocimientos que creo que es muy positivo para ambas partes», dice Grimalt.

Una vez acabado el encuentro oficial, algunos ancianos y niños siguen en contacto de por vida. Cuando llegas a la casa de Aina Beltran (usuaria del programa con 87 años de edad) un bonito cuadro dibujado por una niña utilizando sus manos recibe al visitante. Ocupa un lugar preferente entre dos reproducciones de los crisantemos de Van Gogh. «Vivo sola en Binissalem, aunque tengo un hijo y tres nietos que vienen mucho a verme. Este año ha sido la primera vez que he participado en estos encuentros porque no sabía que se hacían y estoy más contenta que unas pascuas. Una niña de 11 años que es encantadora me ha hecho un cuadro precioso porque le dije que me gustaba la pintura». Dice la usuaria.

«Hacer una actividad intergeneracional es muy enrriquecedor. Juntar a personas de diferentes edades supone poder comparar qué tenemos ahora y qué no teníamos antes y qué tenían antes y no tenemos ahora y así poner en valor y poder ser críticos en lo que hemos ganado y perdido con el paso del tiempo». Así resume la experiencia de sus alumnos Cata Borràs Camarasa, tutora de sexto de primaria y coordinadora de coeducación en el CEIP Robines.

«La relación que se genera es de mucho cariño, se han respetado mucho, con ganas de aprender, compartir tiempo, emociones… los pequeños han puesto en valor que la gente mayor tiene mucho que aportar», añade.

Los encuentros son parte del proyecto Qui ens cuida de la escuela que «intenta poner en valor el trabajo de las mujeres principalmente, de estas generaciones que han cuidado toda la vida, primero a sus hermanos pequeños, a sus maridos, a sus padres y a sus suegros y ahora están cuidando a los nietos para poder ayudar a conciliar las vidas laborales de sus hijos», dice la tutora.

Tras los encuentros en los que niños y ancianos compartieron sus experiencias vitales, los escolares escribieron la historia de la vida de esas personas mayores desconocidas hasta entonces. «Los niños les regalan la historia de su vida», añade.

No era la primera experiencia intergeneracional del colegio, que ya había recurrido en otras ocasiones a los más mayores del pueblo para introducir en la escuela los antiguos juegos de infancia. Tras la experiencia de este año en el marco de las actividades del IMAS el centro planea institucionalizar este tipo de actividades y repetirlas cada año.

Joana Ferragut, jefa de la sección de Fomento de la Autonomía para las personas mayores explica que el servicio que ofrece el Institut Mallorquí d'Afers Socials (IMAS) está de aniversario. Este 2024 cumple 30 años. Desde sus inicios en 1994 ha crecido tanto en número de profesionales como en número de usuarios, pero sobre todo ha experimentado un importante cambio de perfil.

«Cuando empezamos casi el cien por cien de nuestros usuarios eran mujeres, ahora hay un 85 % de mujeres aproximadamente y un 15 % de hombres. Muchos son universitarios. Aparte de promocionar el envejecimiento saludable a nivel cognitivo ayuda a empoderarse como persona y eso es algo muy importante, sobre todo para las mujeres que han sido durante años cuidadoras y ahora pueden experimentar cosas que antes no habían hecho, pero sobre todo pueden decidir sobre su vida. En todos estos años hemos pasado de tener un perfil de mujeres cuidadoras y amas de casa a tener profesores y profesoras universitarias jubiladas», dice Ferragut.

Para la especialista los intercambios de vivencias de los mayores con los niños y viceversa «son un espacio de conocimiento, de experiencias, de valores…Y sobre todo de dejar patente y latente un legado que al fin y al cabo es lo que los niños son ahora. Hay una conexión emocional muy importante que nos sorprende muchísimo. Vemos a uno delante de otro contando su historia vital y su manera de ver la vida y los niños nos piden que les demos un consejo de vida, es muy gratificante», relata.

El programa cuenta con un nutrido número de centros escolares colaboradores de primaria y secundaria por toda la geografía de Mallorca. En el último mes ha inaugurado dos exposiciones en Lloseta y Binissalem que muestran la experiencia compartida. A veces son los usuarios del programa los que se desplazan a las escuelas y en otras ocasiones se hace a la inversa. La temática se adapta a la edad de los menores.

En sus 30 años de existencia el servicio se ha convertido en un referente para las personas mayores de la Part Forana que optan por un modelo de envejecimiento activo, en lugar de acudir a centros de día o residencias geriátricas. Además de atender a los usuarios el IMAS también asiste a sus familias y cuidadores para sobrellevar la carga emocional con apoyo psicosocial en el proceso de envejecimiento.

Ahí queda el consejo de vida de Mateu Grimalt: «Conocer nuestros orígenes nos ayuda a conocernos a nosotros mismos, saber de dónde vivimos». «Tanto nosotros como los niños hemos conocido un mundo que no conocíamos porque con los avances tecnológicos nos separa no ya una sino siete u ocho generaciones. Hay una diferencia estratosférica entre su generación y la nuestra. Nosotros somos productos de la guerra y testigos de esas vivencias que los niños entienden a través de la vivencia porque en los libros de historia solo encuentran la teoría», concluye.

Le llaman especialmente la atención «los avances tecnológicos y el cambio de valores». «Nosotros crecimos con una valores espirituales que hoy no los encuentras, encuentras otros y no digo que sean mejores o peores, son diferentes», añade.

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