Jan, que es un niño de siete años, fue un día a Can Gazà a visitar a su tataratío Jaume Santandreu. Según nos explicó Jaume, «la abuela de este niño era hija de una hermana mía». A Jan desde el momento en el que pisó el centro por primera vez le atrajo el lugar en sí y de él las personas que lo habitan, entre ellas Juanito, a quien amputaron una pierna por lo que desde entonces vive en una silla de ruedas. Y le impresionó, sobre todo, ver cómo bajaba la escalera. Ver el esfuerzo que tenía que hacer y cómo se las apañaba para no caerse cuando lo hacía.
«Un día, Jan –sigue contándonos Jaume– se enteró de que necesitábamos una plataforma para poder subir y bajar, pues a pie apenas podíamos por los problemas de movilidad que casi todos tenemos. También supo no teníamos dinero para ponerla, que habíamos abierto una cuenta para que la gente de buena voluntad pudiera ingresar una pequeña cantidad y así, entre muchos, conseguiríamos nuestro objetivo, es decir, reunir el dinero para pagarla… Pues bien, sabiendo todo esto, un día de estas pasadas Navidades Jan vino a vernos otra vez con sus padres y nos entregó una cantidad de dinero para la plataforma. Era una cantidad que unía todos los ahorros que tenía, lo que habían aportado sus padres a instancias de él, y que sumado a lo que habían ingresado otras personas nos bastó para pagar la plataforma. Ya nos la están haciendo en Alemania y pronto la podremos instalar en nuestra casa, gracias a lo que habremos puesto punto y final al problema. Y es que Jan no solo conoció el problema que teníamos, sino que también conoció a la gente que lo padecíamos. Sí, en sus visitas tuvo muy claro que una persona sin una pierna no puede subir una escalera, como tampoco otra mayor, con sobrepeso, u otra con muletas… Y como él tenía un dinero ahorrado, lo entregó para ayudar a resolver el problema. Ni qué decir tiene que el gesto de Jan nos emocionó a todos». A la plataforma la van a llamar Na Soli, «lo de Soli por solidaridad –apuntó Santandreu–, ya que es una plataforma lograda gracias a la solidaridad de unas personas, entre ellas Jan».
Más vale prevenir
En vista de la seguridad ciudadana inexistente, no me ha quedado más remedio que pasar a la acción, como han hecho otros ciudadanos. ¿Que qué es lo que me ha motivado a dar ese paso? La cantidad de atracos que hay... Y es que de pronto se te puede plantar un individuo delante, y por las buenas –advirtiéndote de que le des la cartera, el reloj o lo que lleves de valor–, o por las malas –ya sea en forma de tirón, zarandeo o puñetazo–, no solo te quita lo que sea, sino que además te deja asustado. ¿Y qué haces? Pues vas y denuncias. Y a esperar a ver si le pillan…
Así que me he comprado un spray, no de pimienta, sino uno de defensa, así de simple. Y lo he comprado en una armería. Un spray legal, que quede claro, y desde que lo tengo lo llevo conmigo a todas partes. Y digo legal porque está homologado para uso civil y encima es potente, efectivo y no lesivo, pero con incapacidad instantánea. Y en cuanto a su manejo, es muy fácil. Igual que los resultados, que son inmediatos, con duración de una hora y sin efectos secundarios posteriores, ya que sus compuestos son naturales, es decir, no químicos. Y encima –leemos en las instrucciones– deja marca. Es decir, el receptor del contenido del spray queda marcado de rojo, lo que puede ayudar a la policía a identificarle durante las 24 horas siguientes. Además cuesta 18 euros y cabe en una mano.
¿Que por qué lo compré….? Estuve haciendo un trabajo en el parque que hay enfrente de la Comandancia de la Guardia Civil, dejando el coche en la primera planta del párking subterráneo. Cuando fui a buscarlo, entrando por la escalera que hay en el centro de dicho parque, me llamaron la atención dos cosas: que una de las cámaras de vigilancia de la escalera había sido arrancada y que una persona, de aspecto un poco extraño que entró tras de mi, me dio la sensación de que me quería ofrecer algo. Me di media vuelta y salí, entonces busqué otra entrada, la que está en la calle Manacor. En la escalera había otro tipo, que bailaba una bachata que emitía un aparato de música pequeño y oscuro, de forma cilíndrica. Sobre los escalones había dos colillas de porro, restos de comida, un botellín de cerveza y una lata, también de cerveza…. Aparte de que aquel tramo de escalera no era de lo más tranquilizador. Bajé, fui a por el coche y me fui.
Una experiencia que hizo que decidiese comprar el spray.
El regreso de Toni
Como les he contado días atrás, Toni Bauzá, una de las columnas en la que se apoya el comedor social Tardor, ha vuelto a la elíptica indoor y a la indoor walking y lo ha hecho en MegaSport con tres clases el sábado y otras tres el domingo. Una vuelta en la que el monitor se ha reencontrado con alumnos de antes y ha encontrado alumnos nuevos.
Toni, que ha adelgazado 47 kilos a base de una dieta pero sobre todo –añade– «mucha voluntad y disciplina», llegó con tiempo suficiente para ponerse al día. Primero se encargó de todo lo relacionado con la tecnología que requieren estos ejercicios sobre bicicleta y elíptica para recordar todo lo que es necesario en cuanto a sonido y efectos, indispensables en ambas clases, puesto que marcan el ritmo de las mismas. Segundo, para reencontrarse con viejos practicantes de ambas modalidades y presentarse ante los nuevos. Tercero, para hacer un brevísimo calentamiento. Y cuarto, para que empezase la clase. Y lo hace al son –¡cómo no!– del tema de Janet Jackson, Qué bueno volver a encontrarte, cómo decimos muy en consonancia con el reencuentro que estaba teniendo con la bicicleta y con los que habían acudido a las clases. La sala estaba casi llena, entre ellos algunos de los que, años atrás, ya habían pedaleado al ritmo que él imponía. Y un detalle final: Toni vuelve para mantener la forma y hacer que también lo logren quiénes acuden a sus sesiones, y donar todo lo que gane por dar esas clases a Tardor.