Los torrentes que desembocan en el mar, en el litoral palmesano, requieren con urgencia una limpieza en previsión de lo que pueda suceder en caso de torrentadas propiciadas por lluvias intensas. Porque, que sepamos, limpieza a fondo de torrentes de la Isla la hubo en 1989, cuando Jeroni Saiz era conseller, a raíz de una gran tormenta que, a causa de la suciedad de los cauces, creó enormes problemas en gran parte de la Isla. De hecho, en las lluvias de la pasada semana, mucha de la porquería que había en ellos fue a parar al mar. Señal de que están sucios.
Por tanto, no queda más remedio que los responsables de este negociado abandonen la placidez de sus despachos, salgan a la calle, busquen esos torrentes y comprueben su estado. Se llevarán sorpresas increíbles, como las que nos llevamos nosotros el otro día, cuando seguimos el cauce de sa Riera desde el cementerio a su desembocadura en el mar por el Passeig de Mallorca y sa Feixina.
Desde el puente que une el tanatorio de Son Valentí con el cementerio de Palma, observamos que el cauce de sa Riera hasta el puente está limpio. Pero, sin moverte del puente, te das media vuelta, con la intención de seguir su curso, y te encuentras con que, a escasos cincuenta metros, la vegetación lo ha ocupado prácticamente todo, durante un largo tramo. Porque vas al Camí de Jesús, y al lado de la entrada a la rotonda del tanatorio, te reencuentras con sa Riera, cubierta totalmente de plantas y arbustos, que sigue por debajo de la calzada y prosigue paralelamente al poblado de casetas de madera hasta el Parc de sa Riera, donde la floresta ha desaparecido, y el cauce sigue su curso sin obstáculos hasta el mar.
Es decir, hay una intermitencia de ocupación del curso de sa Riera por parte de plantas y seguramente algún que otro elemento sólido, que en caso de una torrentada podría ocasionar graves problemas. Por eso, viendo el estado en que se encuentra, no estaría de más limpiarlo, y echar un vistazo a los otros, y también limpiarlos. Más que nada, repetimos, por precaución.
Y otras dos cosas más: Una, ya metidos en faena de limpieza, hay que dejar el cauce de sa Riera desde el puente de las Avenidas hasta el puente del citado Parc de sa Riera en las mismas condiciones estéticas de como está desde dicho puente hasta el mar, es decir, con plantas y árboles a ambos lados. Y dos: colocar la valla protectora sobre la tapia de cemento que separa el Parc del Canòdrom de sa Riera con el fin de evitar que algún niño se caiga.
El alcalde Jaime Martínez, que antes de serlo estuvo en ese lugar, reconoció que era un peligro, y también una barbaridad el gran desnivel que hay en las rampas de acceso al mismo, lo cual supone un problema a las personas de movilidad reducida. Pero esas son otras dos historias, junto a la necesidad de elevar la valla que da la vuelta al recinto a fin de evitar que se cuele la gente, de lo que el alcalde también tiene conocimiento, tanto por haberlo visto, como por haber hablado con el presidente de la AAVV de la barriada… Pero, como decimos, lo dejamos para otro día, y... Ja em parlarem.