En Son Dameto hay un parque, denominado parque de convivencia de Son Dameto d'Alt, dentro del cual hay otro, un espacio de ocio canino. En ambos vemos, sobre todo al atardecer, a vecinos con sus perros. Muchos vecinos y muchos perros. Unos pasan bastante tiempo en este segundo parque, que como su nombre indica, es parque de ocio para los perros y lugar ideal para que sus amos entablen amistad entre sí, lo cual no es difícil, puesto que se ven casi todas las tardes, por lo que, que terminen todos siendo amigos no es complicado. De ahí lo de parque de la convivencia.
Bien, hasta aquí todo normal… Aunque a decir la verdad, no todo es tan normal, porque resulta que hay problemas. Sobre todo cuando los perros y los amos salen de esa zona, la del ocio canino, en la que también tienen problemas, tanto unos como otros, de los que os hablaré otro día, y rematan la tarde en la otra zona del parque, aislado de las calles colindantes por una valla, con varias puertas que permanecen abiertas, lo cual da a lugar a que, a nada que te despistas, y más si el perro es pequeño y todavía poco obediente, se te escape a través de ellas… ¡Y búscalo!
En numerosas ocasiones, los vecinos habituales del parque han insistido ante los responsables de Parcs i Jardins del anterior Ajuntament sobre la necesidad de cerrar las puertas, a lo que estos les respondieron con un ‘no', pues si ocurre una desgracia –alegaron– no puede entrar la ambulancia, lo cual es relativamente cierto, porque entrar solo puede hacerlo por la puerta principal, no por las laterales, ya que los coches aparcados frente a estas puertas lo impedirían. Pero, aparte de ese inconveniente, hay más.
En el parque, entrando por la puerta principal, a la izquierda, hay un parque infantil, al que se accede a través de una puerta, que siempre está abierta, pues no tiene puerta, por la que se cuelan los perros, lo cual está prohibido. Los vecinos y usuarios, en su momento, pidieron –y siguen pidiendo– que pongan una puerta que se cierre, y así no entrarán los perros. Cort les dijo que no, que la puerta ha de permanecer abierta siempre, por lo cual el dueño del perro no puede perderlo de vista, ya que si la policía sorprende a un can en el parque infantil, ¡multa que te crió!
Un vecino, con perro, nos acerca hasta dicho parque, para que veamos que tal como está la puerta –sin puerta– «al menor descuido que tengamos, se puede colar un perro. Sin embargo –dice, señalando la arena del parque–, esa arena, seguramente infectada a causa de las meadas y cagarrufas de los perros que se cuelan, sigue ahí, cuando en todos los parques infantiles, en vez de arena tienen una superficie de caucho, por ejemplo, que aísla el suelo de los niños, preservándoles de hacerse una herida si se caen jugando. ¿Por qué no ponen esa superficie? Porque también se lo pedimos al anterior Ajuntament y ni nos contestó».
Prohibido bañarse
En el parque hay también un gran estanque, con agua –ahora, por cierto, agua bastante sucia–, que se construyó para que se bañaran los perros. «El anterior Ajuntament, de la noche a la mañana –nos explica otro vecino con perro–, puso carteles prohibiendo que los perros se bañaran en él, también bajo sanción al que incumpliera la orden. ¿Y qué pasa? Pues que a nada que te distraes, el perro se te escapa y se va directo al agua. Pero de cabeza, eh. Y más con el calor que hace».
Y para que no haya duda de que lo que dice es cierto, deja el perro libre, que sin pensárselo se encarama sobre el bordillo de la piscina y se tira de cabeza al agua, y cuando emerge de ella, la felicidad que le proporciona el chapuzón queda reflejada en su mirada. «Si este estanque se hizo para que se bañaran los perros, ¿por qué prohíbe un concejal que se bañen los perros…? Además, si no se pueden bañar, que lo vacíen. Porque, repito, al menor despiste, los perros se bañan».
La fuente
Y otro problema más. «Si siempre ha habido una fuente en el parque, de la que sacábamos agua con la que llenábamos un cubo para que bebieran los perros… Que bebieran el agua del cubo, eh –recalca–. Pues bien, a alguien del anterior Ajuntament se le ocurrió cambiar la fuente de toda la vida por esta otra más moderna, a la que el perro debe de encaramarse si quiere beber. Y si bebe es por donde bebe usted, o su hijo, lo cual no es muy higiénico. Para evitar que eso ocurra, llenamos un recipiente de plástico con agua, que dejamos en el suelo, al lado de la fuente… Pero nos han dicho que eso está también prohibido».
Los vecinos piden al actual Ajuntament que visite el lugar, que hable con ellos, y que entre todos miren de buscar una solución. «Que venga por aquí el responsable de Parcs i Jardins, que hable con nosotros, que vea cómo está la cosa y que busque soluciones. Porque esto es un parque para convivencia entre perros y vecinos». Pues ahí dejamos el tema, quedando el balón sobre el tejado del despacho del responsable de Parcs i Jardins.