Un verano más, la bahía de Palma ha acogido el museo vivo de veleros históricos que es la regata Illes Balears Classics. El encuentro, al margen de su carácter deportivo, pone en relieve la voluntad de conservar un patrimonio náutico único e irrepetible. Divididos en grandes clases, como los Big Boats, embarcaciones de época y clásicos, a su vez subdivididos en bermudian y cangreja, su presencia evoca los tiempos románticos de la vela; cuando el gobierno de una embarcación dependía de la pericia del patrón y para su manejo solamente contaba con la intuición y la destreza en la maniobra.
Desprovistos de equipos electrónicos y asistencia automática, estas joyas de la vela constituyen el último vestigio de un tiempo marcado por la construcción artesanal y los cascos y aparejos, obra de célebres diseñadores y carpinteros de ribera. Entre los veleros participantes han destacado por su antigüedad el Marigan, de 1898, el Grayling, de 1900, y el Barbara, que cumple cien años. Pero también han asistido a la regata otros muchos barcos de excepción, entre los que destacan el Tuiga y el Mariska. Prácticamente gemelos, pertenecens a la misma clase de los Big Boats y también a la legendaria serie 15 metros, conocida como la ‘Fórmula 1 del Mar'. Su origen se remonta a la International Yacht Racing Unión de 1909.
La presencia simultánea en Palma puede considerarse todo un acontecimiento náutico de excepción si se tiene en consideración que forman parte de un cuarteto que se completa con el Lady Anne y el mítico Hispania, restaurado años atrás en Palma, a cargo de Astilleros de Mallorca. El Tuiga es la nave insignia de la vela clásica del Principado de Mónaco. El duque de Medinaceli encargó su construcción, producto de la competición directa con el Hispania, que fue presentado años atrás en Palma tras su restauración.
Contratado aquel por el rey Alfonso XIII, fue recuperado felizmente, al igual que este, tras años inmerso en el olvido. Proyectado en las gradas del genial William Fife, en Escocia, el Tuiga luce una elegante estampa con sus estilizados 28 metros de eslora tras años de laboriosa restauración. Y estos días, izando todo su velamen al viento de la bahía de Palma, ha sido el mejor regalo para la vista de los amantes de la vela. Ganador de la prestigiosa Fastnet Race en 1935 y admirado por grandes navegantes como Eric Tabarly, en la actualidad, su afinado casco de madera de caoba con remaches de bronce y cuadernas de acero, constituye un orgullo para el Yacht Club de Monaco desde su adquisición. Es todo un referente de la vela clásica intenacional.