La Gran Fonda es un pedacito de Colombia en Palma. Su ambiente colorido, pintoresco y alegre está pensado para que uno se sienta como en Cartagena de Indias, Bogotá o Medellín, lugar de procedencia de Gladis Bermúdez, su jefa de cocina. Mujer de mirada bondadosa y gesto delicado, con quien sostengo una larga charla antes del frenético turno del mediodía. Apenas comienza la entrevista, una pareja ocupa la mesa contigua. ¿Veo que no paráis, eh? «Viene mucha gente todo el año, no solo en temporada», desliza con una sonrisa mezcla de resignación y orgullo.
Antes que pueda decir esta boca es mía, Gladis me lanza un órdago de preguntas: «¿Te apetece tomar algo?, ¿un café?, ¿un refresco?, ¿quizá algo de comer?». No hace ni cinco minutos que Marcelo, propietario del local, me propuso un refrigerio. Tienen bien ganada la fama de hospitalarios los colombianos. Y eso que Marcelo es más italiano que la Gioconda. Pero es el único ‘cuerpo extraño' en un establecimiento cien por cien ‘paisa'.
Si se preguntan el motivo que me trae hasta aquí, la respuesta es tan sencilla como sabrosa: sus arepas con sobrassada. La idea de fusionar cocina local y colombiana no surgió por combustión espontánea. «Tenemos muchos clientes colombianos y extranjeros de paso, pero también vienen muchos mallorquines, y desde el principio hice lo posible para que repitiesen. Por eso decidí enriquecer algunos platos con ingredientes locales». Además de la arepa, dan un toque mallorquín a «algunas sopas, arroces y los callos, aunque, por lo general, incorporamos muchos condimentos y verduras locales, somos un restaurante colombiano pero tratamos de llegar al paladar local», matiza. Y el resultado no podía ser más satisfactorio, «cada vez viene más gente de aquí, tenemos clientes que repiten cada semana, me llena de alegría porque significa que pueden dejar sus costumbres y disfrutar de otros sabores, que aquí se sienten como en casa», explica Gladis, quien ha echado raíces en la Isla, «la siento como propia, tengo trabajo y a mi familia, este es un lugar muy acogedor».
Aunque asegura que en su Antioquía natal jamás se habría aventurado a evolucionar sus recetas. Aquí, en cambio, no dudó en revitalizar la gastronomía típica de su país en esa manzana definida física y espiritualmente por ser un crisol de culturas: Gomila.
Colorida y natural, la gastronomía colombiana es la suma de muchas cocinas regionales, por eso no existe un plato único que la defina. Su fortaleza está en su diversidad y en su capacidad para «mezclar productos muy distintos». Guisos, bandeja paisa, patacón… y, claro, la arepa. Siempre la arepa, que para quien no la conozca, es una masa de maíz con un sabor poco definido, «vendría a ser como el pan, pero le puedes añadir muchísimas cosas, desde pollo, cerdo y verduras…». Quien la prueba «repite», y es que su arepa con sobrassada es uno de los platos «más demandados».