Cada vez que acompañaba a su hermana, Daniel Ramis (Palma, 1989) lloraba desconsolado; él también quería bailar. Con solo dos años, cansados de sus bramidos, sus padres acabaron por apuntarle a la agrupación Aires Mallorquins de Palma. «Me dedico al mundo del folclore desde muy pequeño. La danza mallorquina es parte de nuestra identidad, un tesoro a preservar y difundir», afirma Ramis quien, durante el confinamiento por la pandemia, descubrió una pasión que ya se ha convertido en oficio.
«La moda, en especial la tradicional, siempre me despertó gran curiosidad. Mi madre me hizo la ropa toda la vida, y empecé a hacer ropa para mí. Nunca pensé que se la haría a los demás», explica Daniel, que ahora combina el diseño y confección de prendas tradicionales mallorquinas con su trabajo en el Cafè l'Auba de la calle Aragó, el negocio familiar. «Es una forma de conservar nuestro patrimonio textil, escondido en cajas y canteranos. Ahora le dedico más tiempo a la costura que al bar, tengo muchos encargos. También tuve la fortuna de caer hace dos años en la agrupación Aires d'Andratx, de cuarenta personas y muy activa. Esa ropa tiene mucha batalla y debe renovarse», afirma Ramis.
Guardapits, calçons amb bufes o de culdolla, enagos i manegots, mantes espesses, cassots, davantals o capes i capots... En el pequeño taller de su casa, Ramis confecciona toda clase de prendas, «de feina i de mudar, de festa i dol», la gran mayoría del siglo XIX. Así, antes de ponerse manos a la obra, existe todo un trabajo de investigación. Por un lado, se sirve de publicaciones como El vestit de pagés, de Miquel Julià i Mascaró; Vestimenta tradicional mallorquina, de Àntonia Vicens Sancho; Trajes de la Isla de Mallorca, de Cristóbal Vilella, o Avior, el nostre patrimoni tèxtil, un trabajo de investigación de Juan Cruz, Miquel Matas y Macià Tomàs, de Aires d'Andratx. Las litografías y fotografías antiguas son una gran herramienta. Además de la bibliografía, otra de sus labores es conseguir piezas antiguas de ropa. «Suelen estar mal conservadas, sucias o carcomidas. Unas eran de mis abuelos, otras se las pido a conocidos y también busco en los rastrillos, como el de Consell».
Antaño, las prendas se confeccionaban a base de seda, algodón, lana o fil mallorquí, una suerte de lino. Ramis cuida los tejidos con los que trabaja: «Intento buscar lo más parecido a los antiguos, y realizo varios viajes al año a Valencia, muy metidos en el folclore y con un mercado más amplio», afirma el joven, que también recicla retales de prendas antiguas en mal estado. Y, siguiendo la máxima de su maestro de costura, Pep Fernández Pons, «todo lo que se pueda hacer a mano, no lo hagas a máquina», Ramis confecciona todas las piezas a mano, con la ayuda mínima de la máquina de coser, y a medida. Asimismo, almidona las piezas que lo requieren, «este proceso es muy importante, porque es lo que estructura el conjunto». Otra de sus inquietudes es profundizar en la ropa masculina, «se encuentra poca variedad para hombres, y también llevaban distintas prendas y modelos. Creo que somos los eternos olvidados», sostiene Ramis, cuyo trabajo puede verse en la cuenta de Instagram @indianes_i_vetes.
El apunte
Aires d’Andratx, baile y patrimonio
La agrupación folclórica y cultural Aires d’Andratx va más allá de las mostres de ball de bot y las ballades populars. Desde hace ya muchos años se dedica a la investigación, recuperación y divulgación de la música y danza mallorquina y, en especial, de la indumentaria tradicional, una de sus señas de identidad. Además de cuidar hasta el último detalle en sus apariciones públicas, esta pasión por el patrimonio textil culminó en 2019 con la exposición Avior, el nostre patrimoni tèxtil, un proyecto de investigación de Juan Cruz, Miquel Matas y Macià Tomàs, con el apoyo institucional del Ajuntament d’Andrtax. La información recabada se publicó en el libro homónimo, consulta obligada para todos los interesados en nuestro pasado más reciente.