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«Hoy veo la vida de modo muy distinto a como la veía antes»

Jacinto Nicolás Clar se recupera de una pancreatitis que le provocó un fallo multiorgánico

Jacinto Nicolás Clar (izquierda), con su primo José Luis Artieda, quien ha rodado un documental, ‘Tocar fondo’, sobre la vida de aquel. | Click

| Palma |

Hace una semana, en el Parc Bit, se proyectó el documental Tocar fondo, nacer de nuevo, obra de    José Luis Artieda, que gira en torno a  Jacinto Nicolás Clar, primo hermano suyo para más señas. Es un documental recomendable, ya que de él se extraen muchas conclusiones, entre otras, que la vida hay que vivirla y disfrutarla, y si para ello es preciso prescindir de alguien, se prescinde. El documental, de casi una hora y media de duración, refleja dos partes de la vida de su protagonista: la operación, y las causas de esta, y cómo vivir después de la operación. Con ambos nos reunimos la otra tarde en El Zaguán. Venían de Radio Calvià, donde habían sido entrevistados por Juan Montañez. Tras pedir algo para beber, Jacinto inició el relato.

«Estoy aquí, vivo, y con enormes ganas de seguir viviendo, tras haber sido operado dos veces a causa de una pancreatitis, es decir, inflamación del páncreas. Según he sabido, el 80 por ciento de personas que lo pillan, mueren. Quiero decir que soy uno de los del 20 por ciento de afortunados que sobreviven.    Por eso, a partir de ahora veo la vida de otra forma a como la veía antes. Y es que, aparte de encontrarme como jamás me he encontrado, tanto que ni si quiera me tomo una aspirina, he adelgazado 48 kilos. Por lo que si antes podía apenas andar, ahora, cada día, recorro kilómetros en bicicleta. Y, ya digo, todo esto ¡tras haber tenido un fallo multiorgánico!, lo que significa un fallo en casi todos mis órganos vitales, producidos por la pancreatitis, a su vez producida por el alcohol que ingerí durante muchos años a causa de una relación que mantuve, que pese a ver que no me iba bien con ella, no supe cómo pararla. Y si lo hacía, siempre surgía algo para reanudarla… Por eso, el    día que salí del hospital, hablé con ella y corté, definitivamente. Y ya, yendo solo por la vida, me doy cuenta de que soy otro. He adelgazado, he dejado la bebida, hago deporte… En pocas palabras, veo la vida de forma distinta a como la veía antes… Y, que conste, no le hecho toda la culpa a ella. Yo también soy culpable por no haber sabido poner punto y final a la relación, como he hecho ahora».

Durante más de una hora, Jacinto nos estuvo contando su vía crucis, que comenzó aquel día que entró en Urgencias a causa de una fallo multiorgánico, y que se prolongó hasta hace unos meses, cuando, tras dos operaciones, y las correspondientes convalecencias, abandonó el hospital    para rehacer su vida…. Fueron tiempos difíciles, con la espada de Damocles sobre su cabeza.

‘Dé usted gracias a Dios...'

«Cuando me dieron la primera alta, el médico me dijo que diera gracias a Dios, pues no entendía cómo me había podido recuperar… De Manacor me pasaron a Inca, donde estuve con sueros. Un día vino a visitarme un anestesista, amigo mío, el doctor Miquel Ferrà, que nada más verme, y tras preguntarme si solo me daban suero, llamó a Son Espases para que me vinieran a buscar urgentemente. Allí, me pincharon la barriga, llenando tres bolsas con el pus elaborado por mi páncreas. Permanecí ingresado seis meses… Me atendió el doctor Morales y su equipo, a quienes les debo la vida, y… Pero cuando todo parecía que iba bien, hubo una complicación: el pus llegó al duodeno y me tuvieron que volver a operar. Y a partir de ahí, nueva recuperación, esta vez de cuatro meses,    no    pude ni ducharme. Recuerdo que la primera vez que lo logré, lloré de emoción. Y llegó alta. Con esta en el bolsillo, me entrevisté con la persona que había estado a mi lado durante 21 años y le dije que se había acabado, que cada uno se fuera por su camino…».

Tras pasar tanto tiempo en hospitales, Jacinto reconoce que «todo me olía a hospital, hasta que un día salí de casa, y dándome un paseo, me acerqué a un puente que daba al mar, donde inspiré profundamente, teniendo la sensación de que entraba la vida en mi cuerpo. Y no solo eso,    aprendí a valorar aquello que antes para mi no tenía la menor importancia, y tuve claro que si había bebido, era porque no había sabido afrontar la realidad que compartía con la que durante 21 años fue mi compañera. Cuando se lo dije, en el momento de cortar la relación, no le gustó mucho. Pero seguro que si ahora yo me encuentro mejor, ella también lo estará…».

La estampita

Aparte de resolver esta situación personal, al retomar la vida nuevamente, como ya ha apuntado, Jacinto lo ha hecho de forma distinta: valorando lo que antes para él no tenía valor y disfrutando con lo que se tiene, aunque sea poco, porque lo que importa es vivir.

Por todo ello, quiere encontrarse, como sea, con aquella mujer de la limpieza que cada mañana le dejaba en su habitación la estampita de un santo, «que yo tiraba… Hasta que un día me di cuenta de que aquella buena mujer, si hacía eso, era porque quería ayudarme, y como era creyente, me ayudaba con algo que ella tenía: fe… Pues también he aprendido a valorar eso, que las cosas que vienen de otros, y que parecen insignificantes, pueden ser valiosas… Por eso te las hace llegar, como hacía aquella buena trabajadora todos los días, dejándome la estampita… También he aprendido a valorar que no vale la pena enfadarse con nadie. Que antes que hacerlo, mejor hablar y aclarar la cosas. Y es que cuando regresas de donde yo he estado ves el mundo de otra manera».

Su primo, José Luis, reconoce que la primera vez se emocionó, por la historia en sí y por como él la contaba. «Por eso me dije, ¿por qué no hago un documental y así la puede conocer más gente? Sin más, hablé con él, me dijo que sí y nos pusimos a trabajar…».

Hemos visto el documental y, sinceramente, nos ha gustado mucho, y por lo bueno y didáctico que es, y nos ha emocionado. Por eso, no estaría de más que la Conselleria de Salut buscara vías para difundir el testimonio de Jacinto, y gracias a dicho documental, será posible hacerlo llegar a más gente. Sobre todo a aquellas personas que todavía no saben valorar las cosas sencillas por el simple hecho de serlo.

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