A raíz de la reciente cumbre de la OTAN, en la que seguramente hubo medidas por un tubo para preservar la seguridad de sus participantes, se nos ocurrió llamar a Tumi Bestard, una de las personas que por el cargo que ostentó durante muchos años, cónsul de Estados Unidos en Balears, y que por cuestiones de la edad dejó, sabe de las medidas que se tomaron cuando Clinton vino a Mallorca, que lo hizo en tres ocasiones, pero especialmente en la primera, que viajó invitado por el rey Juan Carlos I. Y se lo preguntamos porque lo sabe, ya que se preparó para conocerlas, dado que a lo largo de su carrera viajó varias veces a Washington para, entre otras cosas, aprender lo último en cuanto al protocolo que conlleva esas visitas.
La carrera consular de Tumi Bestard ha sido larga e intensa, pues fue cónsul desde el mandato del presidente Lyndon B. Johnson, hasta el de Obama, lo cual hizo que conociera personalmente a miembros de primera línea de aquel país, ya fueran militares o civiles, así como a cuatro presidentes, Carter, Bush padre y Clinton, con los que estuvo en Mallorca, y Obama, a este en una visita que hizo a la Casa Blanca de la mano de sus gran amigo James Jones, exgeneral de cuatro estrellas, exjefe de la OTAN, comandante del Cuerpo de Marines y Jefe de la Seguridad Nacional durante el mandato de este. «Jones –nos recordó Tumi–, vino a Palma para acompañarme cuando presenté mi libro, Memorias de un viejo cónsul».
Gracias a su cargo como cónsul de EEUU, pudo conocer también, en Mallorca, a las hermanas del presiente asesinado, John F. Kennedy, a su hermano, el senador Edward, al juez Earl Warren, presidente del Tribunal Supremo de EEUU y de la Comisión Warren, que investigó por orden de Johnson las causas del asesinato de Kennedy; a Robert Zoellick, subsecretario de Estado con Clinton, y posteriormente presidente del Banco Mundial, a familiares del expresidente Nixon, entre ellos a un hermano suyo; al hijo y al biznieto del presidente Eisenhower, el primero, coronel, el segundo marine, que llegó a Palma a bordo de un buque de la VI Flota, donde le esperaba su novia…
Pero, sin duda, lo que nada tuvo que ver respecto a estas visitas, fue cuando Bill Clinton y esposa, Hillary, decidieron visitar Mallorca, estando la Familia Real en Marivent. Sí, porque ¡con la que se montó!, nada que ver con las otras... «Hay que buscar alojamiento al presidente y señora, además de unas setecientas habitaciones en el Paseo Marítimo, para séquito y seguridad», le dijo el embajador de Estados Unidos a Tumi. ¡700 habitaciones!, además, en pleno verano… ¿Qué hizo Tumi Bestard? Habló con su amigo Gabriel Escarrer, le explicó…. Y este, sin pestañear, le dijo que sí, que dispusiera de sus hoteles de esa zona.
Cambiamos la cama
«Algunas de las habitaciones del Palas Atenea las ocupamos quienes nos íbamos a encargar de que no hubiera ningún problema durante el viaje presidencial, y si los hubiera, que los hubo, resolverlos. Y entre estos problemas estaba el de encontrar alojamiento al presidente. El rey Juan Carlos me llamó y me dijo que el mejor sitio era el Palau de l'Almudaina, edificio rodeado de militares, situado en un lugar céntrico, a poca distancia de la autopista que lleva al aeropuerto, y en dirección opuesta, a Marivent… Miramos el lugar, y al llegar a las habitaciones vimos que la cama era pequeña, y lo entiendo, pues los últimos que la ocuparon fueron los emperadores de Japón. Cambiamos esa cama por otra mayor, y asunto resuelto… El problema surgió cuando alguien de protocolo de Casa Real propuso que los Clinton viajaran en el coche de los Reyes. Se le explicó que el presidente de Estados Unidos, debido al blindaje y otras medidas de seguridad que tiene, siempre usa su coche, que lo trasladará a donde vaya. Es más, no es un solo coche, sino dos. Uno que utiliza él, y otro, idéntico, que va inmediatamente después, y que ocupa un coronel que lleva una llave, como la que también posee el presidente… ¿Qué para qué sirven…? En el coche del presidente, al lado del asiento que ocupa este, hay nueve botones, más otro de color rojo, con dos pequeñas ranuras en las que se introducen otras tantas llaves. Los nueve botones son para llamar, directamente, a cualquier presidente de gobierno o jefe de estado del mundo. Es una llamada de presidente a presidente. Y en cuanto al rojo, solo se apretará si hay una emergencia a nivel mundial que se produzca cuando el presidente viaja en el coche. Entonces, el coronel del coche escolta y el presidente activan el botón con las dos llaves. Luego será cuestión de apretarlo. Por eso el presidente, si viaja por tierra, siempre viaja en su coche».
Dos Air Force One
Y en cuanto al avión presidencial, Air Force One, Tumi Bestard nos desvela que Clinton, en los viajes presidenciales, no utilizaba solo uno, sino dos Air Force One. El primero en llegar traslada a la seguridad, que una vez en tierra se distribuye en distintos puntos con el fin de tenerlo todo controlado. Para que no haya ningún problema, las personas que esperan al presidente, así como acompañantes, han de llevar un pinnegro, visible.
«A los veinte minutos de haber aterrizado el Air Force One de la seguridad, lo hizo el del presidente, que se detuvo donde habían sido colocadas las personas que le estaban esperando. Yo, solucionado un pequeño problema, me quedé atrás. Al ir a unirme al séquito, un tipo muy grande se acercó a mí, me colocó la pistola en la sien y me dijo que me tirara al suelo. Como pude, le dije quién era, y él me preguntó que dónde estaba mi pin. «En el bolsillo», le dije. Me lo hizo sacar, ordenándome que me lo colocara. ‘¡Siempre llévelo a la vista!', me recomendó, dejando que me reuniera con los demás. Es algo que nunca olvidaré». Tumi Bestard también les organizó una visita a la Seu de Mallorca. «Y en eso tengo que dar las gracias al canónigo Bestard, que hizo que la visita pudiera hacerse a la hora que su programa oficial lo permitía. Hillary me dio las gracias, diciéndome que si iba por Washington, la visitara en la Casa Blanca, cosa que hice… Y ella, tal como me prometió, me recibió y estuvo largo rato departiendo conmigo».
Posteriormente, Clinton hizo dos visitas más. Ambas como ex- presidente, hospedándose, en la primera, en el hotel Maricel, yendo a pasar la tarde a es Canyar, de Cristina Macaya, y a cenar en Puerto Portals. Clinton y su hija habían llegado a medio día. Les estaban esperando las autoridades de la Comunitat Autònoma, presidida por Francesc Antich, y Tumi Bestard y su esposa, Olga Bestard. La segunda fue una visita relámpago, de apenas un día. El excónsul de EEUU, que escribió un libro sobre sus memorias, podría escribir otros, dado que muchas cosas se le han quedado en el tintero. Pero él prefiere descansar, reunirse con amigos y, de vez en cuando, desde la terraza de su casa, cantar el My Way.