Amal Saber, de quien os hemos hablado en diversas ocasiones, por ejemplo, de cuando entrenaba kick boxing con traje de noche, largo, zapato de tacón alto y guantes de boxeo, golpeando el saco, o cuando se fue a México, a entrenar con la policía de aquel país, pues está preparando oposiciones a la policía nacional española, y aunque aquellos entrenamientos y prácticas que hizo con los mexicanos nada tienen que ver con las oposiciones, ayuda, sobre todo a la hora de adquirir experiencia... Pues bien, Amal, que tenía dos gatos, ‘África', de un año, y ‘Tigre', de tres, se había quedado sin ninguno. «A ‘África' lo mataron hace unos días.
Dormía en la acera, frente a casa, en s'Estanyol de la Colònia de Sant Pere, y un coche lo atropelló, chafándole la cabeza –nos dice, desolada–. Yo no lo vi, porque estaba trabajando, pero está claro que murió atropellado. En cuanto a ‘Tigre', de tres años, me lo robaron el domingo, días después de haber perdido a ‘África'. Sí, aprovechando que estaba en el trabajo, alguien se lo llevó. No se quién... Por eso hemos llenado las redes sociales con carteles suyos, por si alguien sabe de su paradero».
Apareció ‘Tigre'
Eso nos lo contaba por la mañana. Por la tarde, casi de anochecida, nos llamó para decirnos que el gato había aparecido, que estaba en Sineu, en casa de una chica que le aseguró que lo encontró en la calle... «Como ha visto la que se ha montado en las redes, me ha llamado para decirme que lo tenía ella, y que pasara a buscarlo. Y aquí estoy, con ‘Tigre' ya en el coche. Es un gato –le oímos maullar a través del teléfono–, aparte de que tiene pedigrí, muy cariñoso y familiar. Mi hijo de diez años, con la muerte de ‘África', y ahora sin ‘Tigre', estaba muy triste, pero... Afortunadamente ha aparecido, todo gracias a la fuerza de las redes sociales, a los mallorquines, y especialmente a mis vecinos de la Colònia de Sant Pere ...». Pues todos felices.
Contar su experiencia
Nuestro buen amigo Jurgen Lakhal Muynck, marido de Nati Expósito, operado cinco veces de cáncer, días atrás acudió al hospital de Son Espases para hacerse el TAC correspondiente, cuyo resultado conocerá en unos días. Mientras tanto, sigue con su vida, es decir, da largos paseos, ayuda a su mujer a pintar el garaje de casa, lee, cuenta sus experiencias a través de las redes sociales –lo podéis seguir en Cancer, Cannabis & Co.– y toma diariamente su dosis de cannabis medicinal, que le está ayudando muchísimo, pues, entre otras cosas, le relaja y tranquiliza, y le erradica las náuseas, «vamos, que gracias a él y a la medicina tradicional que me recetan los médicos, puedo hacer vida relativamente normal. Y digo relativamente, porque llevo ya cinco operaciones».
Por cierto, nos cuenta que ha recibido una invitación de parte de la dirección de la tienda Yerbabuena (Cecili Metel, 11, Palma) para que la próxima semana –viernes, 3 de junio– exponga ante el público cómo influye positivamente el cannabis medicinal en enfermedades graves. Vamos, que cuente su propia experiencia. Con él estará Celeste Oros. Pues nada, amigo, ahí nos vemos. Y en cuanto a los resultados del TAC, seguro que son buenos. Seguro que superas la prueba. «Y si es así –dice–, significará que estaré seis meses libre de cáncer, de lo contrario… Pues igual me tienen que volver a operar, ¡por sexta vez! Pero estamos preparados para ambos casos».
Pintura y fotografía
En la calle Blanquerna, de Palma –ignoramos si también en otras calles– en algunas de las papeleras que hay, han colocado unos carteles verticales que indican que la papelera está debajo y que en ella debemos depositar lo que con tanta frecuencia tiramos al suelo. Porque nos quejamos de que Palma no está limpia, que no lo está. Pero parte de la culpa de que eso sea así la tenemos nosotros, los ciudadanos. Por eso, nos parece muy bien lo de indicar que lo que ven es una papelera y que en ella debemos de tirar lo que no queramos, desde la mascarilla al palito del helado que nos acabamos de tomar. Lo que nos llama la atención es ver que no todas las papeleras lleven ese cartelito.
Sin reglas
La otra noche nos dimos una vuelta por el cementerio. Sí, ¿y por qué no? El cementerio es un lugar como otro cualquiera, y encima más tranquilo que ninguno, pues ni hay ruidos ni nadie te molesta…Una persona que estaba arreglando una tumba, y que se ve que nos reconoció, se acercó y se quejó de que el mantenimiento del lugar «deja bastante que desear. Y si llega a venir hace un par de meses, peor todavía. Me refiero a la iluminación –aclaró–, que pese a que la han arreglado un poco, todavía hay farolas apagadas». Luego nos llevó a la Vía San Rafael, donde nos mostró una farola inclinada, « Y está así desde hace más de tres meses, eh... Que yo vengo muy a menudo a arreglar la tumba de un familiar» Y señalando la farola, añade: «Y encima no tiene luz, porque no tiene bombilla ni cristal… Pues podrían repararla, ¿no?».