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Vega Royo-Vilanova: «Mi vida es tranquila, no soy carne de cañón para la prensa rosa»

Una de las primeras blogueras de moda y estilo de vida, se declara una enamorada de Mallorca

Vega Royo-Vilanova posa para esta entrevista. | Esteban Mercer

| Palma |

Vega Royo-Vilanova es mucho más que una cara habitual de la prensa rosa y eso que es normal verla en reportajes maravillosos, perfectamente fotografiada, vestida y maquillada, sola o en compañía de su marido, el empresario argentino de origen judío Marcelo Berenstein. Fue de las primeras blogueras de moda y estilo de vida y se ha convertido en referente para muchas marcas. Considerada una socialité internacional, sus opiniones sobre moda y estilo son tenidas en cuenta puesto que es toda una trendsetter. Es madre de dos hijos y vive en Estados Unidos desde 2014 aunque no se separa de España ni para dormir. Monárquica convencida y amante de la política no evita pronunciarse ante las preguntas más comprometidas que otros ignoran. Vega es mucha Vega. Ha pasado unas vacaciones familiares, niños incluidos, en Mallorca y espera regresar en agosto.

¿Quién es Vega Royo-Vilanova, además de una pionera de los blogs personales en España?

–Pues que no se ni yo quien soy. Estoy en la búsqueda diaria, supongo que como la mayoría. Me hace ilusión recordar aquellos años donde vivía pegada a mi ordenador viajando por el mundo entero escribiendo sobre viajes, estilo de vida, literatura, sociedad, moda y belleza. Se me hacen muy lejanos aunque en el fondo hayan pasado solo ocho años desde que me retiré, indirectamente, al mudarme a Nueva York. Fue una etapa preciosa y muy didáctica que recuerdo con inmenso aprecio pero realmente mi vida ha sido, y es, mucho más que aquellos años de bloguera.

¿A que se refiere exactamente?

–Soy una persona que abarca muchos campos, pero en mi vida diaria, los compagino a la perfección. Me gusta la moda y la estética, pero también la historia y la política. Soy sociable y alegre pero a la vez necesito grandes dosis de soledad y meditación. Me encanta la vida activa de la urbe pero compaginada con el silencio del campo y la naturaleza. Soy católica y creyente pero admiro y estudio diversas religiones y culturas. Soy muy pacífica y tranquila, pero cuando hay que defender los ideales, la familia, la patria o la amistad, me convierto en una feroz leona.

Ha sabido convertir su vida ‘pública' como habitual de las revistas como ‘Hola' sin perder un ápice de intimidad. ¿Cómo se consigue?

–Bueno, no creo que sea mérito mío. Gracias a Dios nunca he sido un ‘personaje' de la sociedad de esos que siguen por la calle los paparazzis. ¡Menos mal! Mi vida es demasiado estable y tranquila, no soy carne de cañón para la prensa rosa.

Fue pionera, de las primeras en darse cuenta de la importancia de Internet para comunicar. ¿Cómo se preparó?

–Realmente fue algo cero buscado y que llegó a mi solo. Yo simplemente supe recibir la oportunidad y hacerme un hueco con tenacidad e ilusión. Escribir siempre me gustó, desde niña. Y trabajé en AFA Press cinco años viviendo en distintas partes del mundo (Panamá, Portugal, Tailandia, Malasia y Grecia) entrevistando a todo tipo de políticos y empresarios, así que yo simplemente uní mi trayecto en comunicación con mi pasión por la fotografía y la escritura plasmándolo en mi web y en la columna de la Razón. Cuando haces las cosas simplemente por pasión y por amor, suelen salir bien.

Después lo dejo un poco al margen, se casó, tuvo a sus hijos y se fue a América, Nueva York y Miami.

–Así es. Mi historia de amor con Marcelo fue de película y realmente un flechazo. Desde que nos conocimos todo fluyó muy natural y enseguida me propuso mudarme a Nueva York con él, me parecía una aventura y una oportunidad. Siempre he sido muy aventurera y al haber vivido en nueve países distintos, Nueva York no me asustaba. Fue la mejor decisión de mi vida y ahora tenemos dos hijos maravillosos.

¿Qué tal sus vacaciones familiares en Mallorca?

–Amo Balears, pero especialmente Eivissa y Mallorca, que son mis preferidas. Tengo muchos amigos mallorquines que adoro así que me gusta venir a verlos y pasar buenos momentos juntos. La Isla es inmensa y ofrece una variedad infinita de planes, gastronomía, turismo y diversión. No hay verano que no pase por Mallorca. A mi marido, que es argentino, le fascina también y este año hemos alquilado una finca cerca de Pollença durante el mes de agosto.

¿Qué tal la experiencia de vivirla con niños?

–Mallorca es una isla idónea para los niños. De hecho, nosotros íbamos mucho a Eivissa y desde que tenemos niños, hemos empezado a pasar más tiempo en Palma.
La España que dejó no es la España de ahora. ¿En qué encuentra que ha cambiado?
–Es espeluznante pensar como en tan solo ocho años, hemos pasado a estar en manos de un gobierno socialcomunista que ha pactado con los enemigos de la unidad con tal de llegar al poder. Tras 14 años de la creación de la Ley de memoria histórica de Zapatero, España está totalmente dividida.

¿Y qué piensa del papel del Rey en estos tiempos convulsos?

–La monarquía parlamentaria es una institución fundamental que proporciona estabilidad y ante todo, neutralidad ideológica al país. Los populistas, conscientes del poder de nuestro jefe del Estado a la hora de guardar nuestra Constitución, han comenzado una cruzada en su contra intentándole desprestigiar y derrocar. No lo conseguirán. Los países europeos más avanzados y prósperos económica y políticamente son monárquicos desde hace siglos.

Entonces, ¿qué les dice a los republicanos?

Lo que los republicanos no entienden es que la palabra ‘Rey', que tanto detestan, es un mero título y que su cargo real es ‘jefe de Estado' y el Estado siempre necesita un jefe. ¿Qué mejor jefe de un país que una persona neutra, culta, sólida, preparada desde niño para ello y que vele, contra viento y marea, por la unidad y la concordia de sus ciudadanos dentro y fuera de nuestras fronteras? Alegan los progres, en su ignorancia, el costo de la Casa Real. Anualmente, las Cortes aprueban el costo y es, de lejos, la menor asignación en comparación con el resto de casas reales de Europa. ¿Se han preguntado cuánto costaría un presidente de la República? Pues a los hechos me remito: el coste de una República es infinitamente más elevado que el de una monarquía.

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