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Pandemia de coronavirus

El peligro de las piscinas hinchables en terrazas

El peso del agua de las piscinas hinchables puede ocasionar graves problemas.

| Santa Cruz de Tenerife |

La pandemia de coronavirus ha provocado un boom en la venta de piscinas hinchables y portátiles pero, si está pensando en colocar una en su terraza o azotea, los especialistas advierten: «Ni se le ocurra». Sólo 20 centímetros de agua supondrán una sobrecarga de 200 kilos por metro cuadrado.

Sin embargo los datos son incuestionables: las piscinas tubulares, las grandes, son las que más se venden, afirma Eva Ramos, directora de Marketing de la cooperativa de ferreterías Coarco, con más de 250 establecimientos asociados en todo el archipiélago canario y que han visto crecer «exponencialmente» las ventas.

De hecho, Coarco ha incrementado la facturación por ventas de piscinas portátiles en un 195 por ciento y está a la espera de recibir nuevo suministro tras agotar a mitad de abril las reservas que tenía en almacén.

Eran las disponibles para el verano de 2020 porque las campañas se planifican con medio año de antelación y ya desde el inicio del confinamiento se constató el aumento de la demanda de piscinas por parte de los asociados de Coarco, que durante el estado de alarma han continuado suministrando pedidos a domicilio, explica Eva Ramos.

Tras quedarse sin existencias «intentamos reponer, pero hubo un desabastecimiento a nivel nacional porque se ha superado en muchísimo la previsión de ventas que había», precisa la directora de Marketing, que indica que aunque haya fabricantes nacionales, el producto suele ser importado de China.

Ahora ya se ha reanudado el abastecimiento por parte de los proveedores y están «en camino» nuevas remesas de piscinas, precisa Ramos.

Francisco Hernández, vocal del Colegio de Administradores de Fincas de Santa Cruz de Tenerife, admite que la compra de este tipo de artilugios de baño portátiles está «en auge» pero advierte: supone un peligro tremendo instalar uno en terrazas, balcones o azoteas sin una supervisión técnica.

En todo caso habría que consultar con un aparejador o un arquitecto para que emitan un certificado en el sentido de que esa estructura en particular soporta el extrapeso que se está pensando colocar.

No obstante, está prohibido expresamente instalar un dispositivo de este tipo porque se está sometiendo a la estructura a una sobrecarga cuando el máximo previsto es de 200 kilos por metro cuadrado, y da igual, añade Hernández, que se sitúe en un lugar privado o en una zona común.

Una piscina con 20 centímetros de agua ya genera ese límite de peso y si además se le suma el de la propia piscina -algunas de aluminio- más el de los usuarios y el balanceo del agua al meterse dentro y jugar supone una sobrecarga concentrada que crea grietas automáticamente y hasta desplomes de terrazas y balcones.

El problema no es sólo para las viviendas en vertical, pues colocar una piscina portátil en una casa terrera o en un adosado al lado de un muro de carga puede hacer que éste se desplace y se acabe desplomando.

En este caso debería instalarse en el centro de un jardín o terreno a bastantes metros de una pared de este tipo, precisa.

Hernández señala que son los vecinos los que llaman al Colegio de Administradores de Fincas cuando en su edificio detectan que alguien ha colocado una piscina, y entonces desde el órgano colegiado se le contacta inmediatamente.

«Hace unos años en una terraza de La Nea en Radazul apareció una piscina tremenda, incluso con escalera para acceder, y se llamó automáticamente a los propietarios, que la vaciaron y desmontaron», comenta el especialista.

En todos los casos en que se ha contactado a los vecinos desconocían el riesgo de la instalación y «estamos hablando de edificios nuevos, porque los antiguos ni por asomo soportan una piscina, se viene abajo seguro», afirma.

La caída de una piscina supone como mínimo daños materiales pero si dentro hay personas y se desploma un balcón puede haber mayor gravedad, y el propietario es el responsable de los daños y perjuicios «y enfrentarse un serio problema en todos los sentidos».

Y concluye que lo recomendable sería una piscina para bebés con apenas 10 centímetros o menos de agua y en todo caso consultar a un técnico, porque incluso a partir de 15 centímetros de líquido «ya hay problemas y con los usuarios dentro y el balanceo, empieza el peligro».

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