Empezaron a utilizarse durante la pandemia del coronavirus por la escasez de material sanitario. Fue toda una alternativa y medida de seguridad que muchos se lanzaron a producir y mandar a los hospitales. Ahora, de cada vez es más fácil verlas por la calle.
Ante la obligatoriedad de llevar mascarilla en espacios públicos y cerrados que no se pueda mantener la distancia de dos metros se abre el debate: ¿sirven las pantallas faciales para frenar el virus?
Las pantallas sirven para que no nos lleguen gotas de estornudos o toses, pero no evitan que la persona que la lleva puesta infecte el ambiente. Por tanto, se recomienda que aquellos que llevan la visera también hagan uso de la mascarilla.
Fernando Simón, director del Centro de Alertas y Emergencias Sanitarias del Ministerio de Sanidad, también avisó de que «una mascarilla reduce, pero una visera reduce menos».
«Probablemente no son el mecanismo más perfecto para reducir los riesgos de que una persona infecte a otros, por eso tampoco es el mecanismo más perfecto para que una persona nos infecte, recuerden que también a través de las manos se pueden infectar», aseguró.