El Govern ha modificado el trazado del tren a Llucmajor para que este discurra durante más de 10 kilómetros bajo tierra enlazando el conservatorio de Palma con la estación de Son Costa hasta Son Güells. «El nuevo proyecto no solo costará más dinero sino que tendrá un mayor impacto ambiental», explica Peter Mason, uno de los vecinos afectados por las expropiaciones.
Aunque el proyecto del Govern liderado por Marga Prohens, fue anunciado en octubre de 2024, el pasado mes de marzo la propuesta sufrió modificaciones que desvían el trazado final del anunciado hace más de un año. La directora general de Mobilitat, Lorena del Valle, indicó que «estos cambios han surgido de las aportaciones realizadas por los ayuntamientos de Palma y Llucmajor, colegios profesionales, asociaciones y particulares», pero eso es algo que no comparten los vecinos que ven peligrar sus propiedades por las expropiaciones.
Stephanie Willand y Peter Mason son dos de los vecinos de Llucmajor que ya avisan de que lucharán, si es necesario ante los tribunales, para defender la finca en la que tienen colmenas y un bosque comestible y en la que anidan algunas rapaces. «Plantar frutas y verduras para alimentar a una familia, criar algunas gallinas y abejas, puede que no sea una preocupación ‘cool’ y ciertamente no atrae a mucha gente experta en defender sus derechos y hacer ruido en redes sociales. Es fácil pisotearlos. Es fácil que todas estas personas desconozcan lo que está a punto de suceder con sus propiedades cuando nadie les informa de los cambios. Pasan el día cuidando la tierra, no consultando el BOIB», dice Stephanie Willand.
El matrimonio denuncia que «los cambios tienen como resultado que se subvierta el objetivo último del tren ecológico». «Se inflan aún más los enormes costes involucrados y se elimina el ejemplo constante de viajar en tren», reflexionan. Y es que el nuevo trazado esconde las vías del ferrocarril de la vista de los conductores que circulan por la carretera entre Palma y Llucmajor, cuando en el proyecto original iban en paralelo a esta.
«Los trenes pasarían rápidamente llenos de personas que hacen el mismo trayecto que los conductores, pero ellos pueden leer, trabajar, charlar y ganar tiempo. Las nuevas rutas limitan esta oportunidad de cambiar nuestra forma de pensar, a la vez que perjudican la vida de los propietarios de fincas, la mayoría de ellos, personas que se esfuerzan activamente para mejorar los ecosistemas de la Isla», concluye Willand.
Los vecinos denuncian que el cambio de planes se ha tramitado «discretamente», tanto que buena parte de los afectados no se han dado cuenta de él. Este lunes 16 de junio, los propietarios tienen previsto reunirse con un abogado para coordinar la presentación de alegaciones. El plazo para registrarlas finaliza el 20 de junio por lo que preocupa que aún queden vecinos afectados que no sean conscientes de lo que ocurrirá en sus fincas.
La propiedad de Stepjhanie Willand y Peter Mason es una finca rústica situada en los alrededores de Son Julià (Llucmajor). El matrimonio, que reside desde hace años en el Terreno con sus hijos, adquirió la parcela hace ahora dos años y está centrado en la recuperación del suelo y las especies que la habitan, entre otras el halcón peregrino.
«Tenemos un fuerte compromiso medioambiental», dice Peter Mason. Con el tiempo el matrimonio planea mudarse al campo, pero el trazado del tren, rompe su sueño de futuro. «El primer proyecto no nos afectaba porque pasaba por la carretera principal. De hecho no afectaba prácticamente a ningún vecino y ahora hay más de cincuenta afectados. El matrimonio quiere alertar a todos los residentes de la zona «antes de que sea demasiado tarde».
Si el proyecto es para el año 2035, no hace falta que se preocupen mucho, sobre todo este que planta el arbol, ni vera el arbol grande y lo mas seguro que cuando se inaugure el tren, muchos de los vecinos o seran mayores o ya no estaran este mundo, teniendo en cuenta que los retrasos de la ejecucion de las obras se alargaran como el tunel de Soller