El sonido de las campanas de la iglesia ha quedado diluido en las ciudades entre el ruido de las sirenas y el zumbido constante del tráfico. Pero esto no ocurre en Sencelles, donde al igual que en algunos pueblos de Mallorca más pequeños, las campanas de la parroquia de Sant Pere cumplen una función social muy arraigada: marcan las horas de día con precisión, acompañan de noche las horas de insomnio, repican con alegría para anunciar fiestas y lloran con su clamor la pérdida de los vecinos que fallecen.
Estas dos últimas semanas, una avería eléctrica en el campanario había dejado a los sencellers sin Internet y sin toque de campanas, algo que ha causado una cierta inquietud en el pueblo, especialmente la tarde del martes, cuando técnicos desplazados expresamente desde Valencia ajustaban todas las campanas y sus contrapesos, cambiaban las cadenas e instalaban un nuevo motor para mover las agujas de la esfera del reloj del campanario. Toda una tarde sin dejar de escuchar tañidos había alterado la tranquilidad de los vecinos, al desconocer qué clase de información se 'anunciaba' desde la iglesia.
«Han sido muchas pruebas durante toda la tarde; disculpad los inconvenientes que ha causado y la alarma que ha generado, pero gracias a Dios no hay ningún fallecido, ni fuego ni nada similar», explicaba el cronista de la Vila de Sencelles y sacristán de la parroquia, Jordi Llabrés, vía chat para tranquilizar a la población.
El propio Llabrés se ha encargado de subir al campanario para tocar de manera manual las campanas cuando ha sido necesario durante estos días de avería, una valiente hazaña que ha permitido conocer datos históricos como el nombre de las campanas de Sencelles: La mayor, Àgueda; la segunda Bàrbara y la tercera, Maria Concepció. Básicamente, lo que ha ocurrido es que debido a una avería, el sistema eléctrico solo podía alimentar o la antena de comunicaciones situada en lo alto del campanario, o bien al mecanismo que automatiza el toque de las campanas. El fallo también afectó a un motor, que ha sido reemplazado.
Gratitud
La parroquia decidió priorizar días atrás la cobertura de Internet, «porque hay vecinos que la necesitan para trabajar; oír las campanas no era tan urgente, pero me alegro mucho de que se haya arreglado el tema porque aquí la gente está muy acostumbrada a ellas, les gusta escucharlas de día y de noche», explica el rector, Josep Adrover. Junto con Jordi Llabrés, están halagados de las muestras de gratitud que han recibido tras haberse restaurado el sonido de las campanas que llega a todo el casco urbano. Ni una sola queja por los decibelios. En Sencelles, las campanas traen paz.