La asociación mallorquina Amar Ucraïna, que ayuda a refugiados desde que empezó la invasión rusa, ha alquilado el convento de Sant Pere, de Calvià, para alojar hasta 25 ucranianos, la inmensa mayoría de los cuales son mujeres jóvenes con hijos o mayores con nietos, según explica la presidenta de la entidad, Anastasia Kvach.
«Es un espacio enorme que dispone de muchas habitaciones y un gran jardín», comenta la responsable de la entidad, que tiene pensado impulsar actividades y un proyecto de reparto de comida una vez se hayan establecido. Además, aprovecha para pedir ayuda a los vecinos o cualquier interesado porque las mujeres que acogen buscan trabajo. «Si alguien está interesado, puede contactar con nosotros a través de somos1mas.org o en el propio convento», señala Kvach.
Cuando comenzó la guerra y empezaron a prestar ayuda humanitaria, la asociación llegó a un acuerdo con la Conselleria d'Afers Socials para hospedar a refugiados ucranianos. Primero estuvieron en el Hostal Sorrento de Palma, en La Soledat, pero tras su cierre los derivaron a dos conventos, uno en Lloseta y otro en Ciutat. Este último era demasiado pequeño y ahora han conseguido trasladar a estas personas a Calvià. Para pagar la renta cuentan con una ayuda de la propia Conselleria, apunta Kvach.
El edificio llevaba cuatro años vacío, aunque de vez en cuando se usaba. Aun así, desde hacía un año estaba completamente cerrado. «Está en condiciones y se ha acomodado para acogerles», explica la hermana Magdalena Moragues, que pertenece a la Tercera Orden Regular de San Francisco, propietaria del convento. El inmueble da nombre a la calle que atraviesa el centro del pueblo. Antes se llamaba Sor Rosenda, ahora calle del Convent.