La Conselleria d'Agricultura ha reunido este miércoles a la Mesa de la Algarroba para abordar el inicio de una campaña de recogida que llega marcada por la caída de la demanda de algarroba y de garrofín tras dos años de precios muy elevados. La reunión ha sentado en la mesa a todas las partes, cooperativas, agricultores, intermediarios y empresas de transformación, cuyos intereses ante la falta de precio es muy distinta.
Los intermediarios - empresas de troceado, cooperativas y almacenes privados - no quieren aventurar un precio «hasta la semana del 21 de agosto, como se ha hecho siempre, que es cuando reanudan la demanda las empresas que compran garrofín», explica Joana Maria Verger, presidenta de la Associació de Trencadors de Garrova, quien pide «paciencia, porque el precio saldrá, pero seguramente estará muy por debajo del del año pasado».
Cabe recordar que en 2022 el garrofín - la semilla de la algarroba y su parte más apreciada - se llegó a comercializar a 30 euros el kilo, cuando según empresas que elaboran derivados como la goma de garrofín para el sector de la industria agroalimentaria, principalmente, el precio normal es de 4 a 5 euros el kilo, y advierten de la pérdida de mercado nacional e internacional.
Rentabilidad
Las entidades agrarias, en cambio, lamentan que el agricultor se vea obligado a recoger las algarrobas, a menudo contratando personal para esta labor, sin saber si finalmente podrá venderlas por encima de los aproximadamente 40 céntimos el kilo que cuesta pagar las labores de recogida.
Joan Gaià, gerente de Unió de Pagesos, destaca «la indefensión del payés, porque la rentabilidad de su esfuerzo está en manos de la actividad especulativa de los intermediarios, que son los que obtuvieron muchos beneficios el año pasado con el menor coste». Por su parte, Joan Company, presidente de ASAJA, duda de que el agricultor tenga siquiera la posibilidad de no invertir en la recogida de la algarroba para no arriesgarse a tener pérdidas por la mano de obra. «El mantenimiento de las fincas es una obligación cuando se reciben ayudas de la Unión Europea, quienes no cuiden las fincas podrían tener problemas para cobrarlas».
La incertidumbre en el precio de la algarroba hace inviable el cumplimiento de dos aspectos de la Ley de la Cadena Alimentaria. Por una parte, esta norma establece que el precio que recibirá el agricultor o ganadero por su producto no podrá ser inferior a los costes de producción. Esto no se puede afirmar con certeza para la campaña de la algarroba que comienza en breve, pues los compradores - almacenes, cooperativas y empresas de transformación - no se aventuran a negociar un precio ante la caída del mercado como consecuencia de los precios históricos que se alcanzaron en 2022, de 2 a 2,7 euros el kilo de algarroba, y entre 15 y 30 euros el garrofín.
En segundo lugar, en el caso de almacenes que compran algarroba se tiene que firmar un contrato previo entre el agricultor y la empresa, en el que debe figurar a qué precio se realiza la transacción. Pero los intermediarios no se arriesgan a fijar una cifra.
Por otra parte, la Conselleria d'Agricultura y la Guardia Civil han recordado a todas la partes la documentación que debe acompañar a toda compra-venta de algarroba en Mallorca para evitar la oleada de robos que se produjeron en años pasados. Entre otras cosas, los agricultores deben aprotar su identificación en el RIA y los particulares que no sean profesionales deben acompañar la venta con una declaración jurada.