Era noviembre de 2021 cuando empezó la pesadilla para Biel Bauçà. Una pesadilla que casi tres años después sigue bien viva. Bauçà es un vecino de Sant Joan que llevaba una vida completamente normal hasta que un día sintió mucho dolor abdominal y decidió acudir a su centro de salud, «estábamos en plena pandemia y me dijeron que seguramente era covid», explica afectado a Ultima Hora. Este diagnóstico fue el primer error de una larga lista de «despropósitos» que le han llevado a «hacer una denuncia pública de mi situación».
Dos días después, y con un dolor que no dejaba de crecer fue al Hospital de Manacor donde le operaron de urgencia. Le hicieron una colostomía. «Me dijeron que la bolsa me había salvado la vida y que en nueve meses podrían quitármela, pero fue ya un duro impacto emocional», cuenta Bauçà. Después de estar quince días hospitalizado, al salir, la vida le había cambiado por completo. «Fue muy duro volver a casa con la nueva situación y me afectó psicológicamente por dos motivos, primero por la bolsa, y segundo, porqué salí sin saber un diagnóstico, podía ser cualquier cosa».
Después de este duro golpe, el paciente estuvo un año sin saber cuál era su patología, sin saber qué era lo que le había provocado la operación ya que «además de todo, me perdieron los resultados de la colonoscopía posterior y nadie daba la cara. Tuve que amenazar con denunciarlo públicamente para que me dieran mis resultados a los que por derecho, tengo acceso». Los resultados confirmaron que era una infección temporal y que ya hubiese podido ser operada, sin embargo, «a día de hoy sigo sin saber cuando me operaran ni en qué lista de espera estoy». Según Bauça, «el hecho de que no me vaya a morir me convierte en un paciente que puede esperar y mi operación se va retrasando y retrasando», cuenta molesto. «Todos tenemos un límite, yo estoy cansado, amargado y vivo el día a día con limitaciones importantes que me han cambiado la vida», explica.
Y es que, además del peso mental de no saber cuando acabará su agonía «te vas a casa sin información suficiente sobre como vivir con una bolsa pegada a ti, además del coste económico que tiene su mantenimiento y el tener que renunciar a ciertos aspectos del trabajo», matiza.
«Tengo responsabilidades, tengo dos personas mayores a mi cargo, y una ansiedad emocional que no acaba. No entiendo esta situación ni qué la provoca y solo pido una solución ya», concluye. Bauçà, después de tres años, sigue en una lista de espera de la que no ve el final. «No sé quién ni qué es el culpable pero en nombre de otros pacientes que viven mi misma situación no podemos permitirnos estar tres años esperando una intervención, debemos plantearnos qué le pasa a nuestra sanidad».