De las 30 personas que se interesaron para gestionar el Puig de Maria, en Pollença, solo 11 subieron ayer por la mañana al santuario para conocer in situ la realidad de las instalaciones y el trabajo de gestión del emblemático espacio pollencí.
El santuario permanece cerrado desde el 1 de enero cuando los donats que lo gestionaban terminaron el contrato, lo que obligó a cerrar también la hospedería y el bar. Entonces la Obreria del Puig inició el proceso para adjudicar de nuevo el espacio a unos donats y, pese que en un primer momento se interesaron unas 30 personas, ayer una decena subieron al santuario acompañados por el presidente de la Obrería, Joan Ferriol. «Seguro que encontraremos a unos donats porque es muy triste que el santuario esté cerrado como lo encontramos hoy -ayer para el lector- pero ello requiere tiempo y primero tenemos que explicar la gestión que se debe hacer», apuntaba Ferriol mientras recordaba que uno de los puntos más complicados para encontrar unos donats son los accesos, ya que se debe llegar a pie y lo que supone llevar hasta allí los materiales.
Obras
Otro de los temas que Ferriol planteó a los interesados es la reforma de las estancias que conforman la cocina, el comedor, el bar y los dormitorios del Puig de Maria. El Bisbat está redactando un plan general para rehabilitar los edificios de forma integral, «algo que es muy necesario y que consideramos desde la Obreria que será muy costoso», explicó Joan Ferriol a este periódico hace una semana. Ayer recordó que desde la Obreria ya se han puesto manos a la obra para realizar estos trabajos y que confían también que el Bisbat ponga de su parte para sufragar los gastos de esta rehabilitación.
En su momento se planteó que los nuevos donats no paguen alquiler alguno durante el desarrollo de las obras porque algunos de los servicios no se podrán ofrecer durante este periodo. El origen de la ermita se remonta al año 1348 y fue uno de los principales monasterios mallorquines y un colegio para las hijas de la nobleza.