Hay quienes dicen que el Coso es más que nada un estado de ánimo y que cada uno de los que participan vive su propio Coso. Lo cierto es que, cada día 28 de agosto, salido el sol, la Quica (el emblema) resucita y cerca de un millar de jóvenes salen a la calle con la camiseta blanca y el pañuelo rojo al cuello. Centenares de ciudadanos también se unen para ver a los del Coso y sumarse a la fiesta. Una celebración que surgió de manera espontánea, por ganas de diversión, y que ya llega a los treinta años.
A principios de los años 80, la fiesta del día de Sant Agustí era reducida, siendo lo más conocido las verbenas. En 1983, una veintena de jóvenes se pusieron una camiseta blanca y un pañuelo rojo y fueron a los toros. Uno de aquellos impulsores, Bartomeu Estelrich, recuerda que era miembro del club taurino. En dos o tres años la participación subió como la espuma y en los años 1985-1986 ya eran unas 600 o 700 personas las que participaban. En la desorganización que siempre ha caracterizado al Coso se empezó a organizar.
El Coso empezó en los alrededores de la Macarena, por ello se podría considerar que en sus orígenes era una peña taurina, poco ortodoxa en todo caso.
La plaza de toros se llenaba. Media (el sol) era para el Coso y el resto (sombra) asistía a ver la diversión de los coseros . A lo largo de casi treinta años se han dado muchas anécdotas, según Estelrich.
En los primeros años la comitiva del Coso decidió dar una Quica viva a los que habían hecho la mejor faena en la plaza. Duró poco y se decidió convertir la Quica en un animal totémico, en un símbolo de la fiesta de Sant Agustí: se embalsamaría la Quica más vistosa y las actividades estarían presididas por el animal. Así se instauró uno de los actos mas emotivos del Coso: la resurrección de la Quica. En 1993, se instauró una charanga y, en 1994, se creó la camiseta oficial y cada año es diferente con símbolos reivindicativos. También llegó el palio para pasar las autoridades, la traca, el pregón en s'Arraval, con multitud de anécdotas.