Los residentes de las infraviviendas de Joan Miró han salido este sábado a protestar por los desahucios que están viviendo algunos de sus inquilinos y han reclamado su expropiación al policía local que hasta hace poco cobraba los alquileres. De este modo, este mismo sábado han presentado una denuncia en los juzgados para paralizar los diferentes desahucios que están en marcha y acusan al policía local, suspendido de su empleo durante dos años, de acoso inmobiliario.
Los afectados, que han llegado a pagar más de 600 euros por habitaciones de apenas cinco metros cuadrados ubicadas en sótanos sin ventanas, ni luz natural ni ventilación, están sufriendo la disminución de la potencia de la luz, lo que les impide tener un suministro eléctrico adecuado. Además, han denunciado que se les ha cortado el agua, lo que ha convertido sus habitaciones en un hogar aún más inhóspito. De la mano de Stop Desahucios, han acudido a la Plaza España de Palma para protestar junto con una treintena de personas.
Joan Segura, portavoz de Stop Desahucios, ha asegurado que en estas infraviviendas, cuya existencia destapó este periódico hace ya dos años, residen «alrededor de medio centenar de personas. Tenemos desde personas que viven solas en uno de los cuartos a familias enteras con menores».
Segura ha pedido «que se retornen los suministros a las familias, que se paralicen los desahucios y se expropie la vivienda a este señor que tiene más de veinte viviendas en los sótanos. Pedimos que se dé una alternativa digna as estas familias que no se atreven a hablar por miedo o por la falta de papeles». Desde Stop Desahucios aseguran que «no es cierto que hayan hecho conexiones ilegales. Es que les bajaron la potencia eléctrica como medida para que tengan que irse de allí. La administración tiene la obligación de mantener los suministros».
«La gente está muy estresada. Vamos con linternas, sin agua ni energía. Pero todos estamos en la misma situación», dice Andrés Restrejo, que junto a su mujer y sus tres hijos serán los próximos en ser desahuciados. Como la mayoría de de vecinos de los sótanos de Joan Miró, cuentan con trabajo. pero carecen de papeles. Restrejo es un cotizado albañil, de esos que escasean tanto en Mallorca por la alta demanda de viviendas, especialmente de alto nivel, mientras que su esposa Sandra está trabajando como personal de limpieza. Pese a contar con empleo, carecen de papeles. Si a eso se les suma que tienen niños, les resulta imposible acceder a una vivienda en Mallorca.
IdiocrazyTodos parecen personas que nunca se han reforzado para tener una casa propia…vaya por Dios.