Es, a la vez, una de las zonas más exclusivas pero a la vez calientes de Palma. La perspectiva del Paseo Marítimo es única, pero la realidad dista años luz del paisaje de décadas atrás, a la espera de finalizar unos largos trabajos de reforma que persiguen recuperar un espacio emblemático y de referencia. Una de las postales de la capital mallorquina y de la Isla que tiene una 'cara B' preocupante, la que moviliza a los vecinos y residentes en una larga lucha contra diferentes problemáticas que lastran su día a día.
Aunque es de reciente creación (se puso en marcha en mayo de 2023), la Asociación de Vecinos del Paseo Marítimo ha sabido canalizar las quejas, peticiones, pero por encima de todo el malestar acumulado por el colectivo, que conforman más de un centenar de socios, muchos de ellos ya extranjeros descontentos por el panorama que se han encontrado. Antonio Ruiz es el presidente y la voz de la entidad, que inició su actividad a raíz de las obras y ha ido derivando su punto de mira hacia otros problemas que condicionan su día a día. Aunque más bien las noches y madrugadas: los ruidos y el incivismo.
Todo ello lo concentran «en el ocio nocturno» y achacan la falta de soluciones al hecho de que Ports de Baleares y el Ajuntament de Palma «se pisan competencias», señalando ejemplos claros como las intervenciones de la Policía Local o la de Ports, que muchas veces no pueden actuar al no estar en su área de competencia, aunque en el caso de la primera «ya ni la esperamos», asegura Ruiz ya cansado de la falta de respuestas.
En verano, ese incivismo que reportan «lo sufrimos los siete días de la semana... y la oferta de ocio no ayuda a la calma», refiere molesto, a la par que lo están con diversos establecimientos, «especialmente los minimarkets, que venden alcohol a todas horas. Eso acaba degenerando en ruido, suciedad, botellones, violencia incluso... resulta complicado convivir con todo ello permanentemente, y más en los meses de verano», relata e portavoz vecinal, quien tiene la esperanza de que «si la calidad mejora a raíz de las obras de mejora, el perfil de gente que pase por aquí se supone que también lo haría», espeta. Y apuntan en un escenario como el Club de Mar, cuya reforma puede elevar ese nivel del visitante del Paseo Marítimo en uno de sus extremos.
En el capítulo de limpieza, destacan el esfuerzo y la actitud mostrada por Emaya, «aunque tienen una gran cantidad de trabajo, más que en otras zonas porque muchos vienen aquí, ensucian y se van». Además, las obras de reforma del Paseo Marítimo impiden que algunas máquinas de limpieza puedan acceder y trabajar, definiendo el servicio de Emaya como «efectivo dentro de sus posibilidades, pero no es suficiente».
Un punto 'caliente' es la conocida como plaza Torrent, ubicada en la calle de ese mismo nombre, y que es punto de encuentro de jóvenes los fines de semana, de forma especial por la noche o la madrugada. Ahí se entremezclan suciedad y destrozos en el mobiliario urbano, reclamando al Ajuntament de Palma que recepcione ese espacio para poder tener plenas competencias sobre el mismo.
Lo referente a seguridad ha llegado a frustrar a los residentes en el Paseo Marítimo, «cansados de llamar a la Policía Local y que no venga... pedimos presencia permanente, como pasa en el centro de la ciudad. Pero, por ahora, nos tenemos que conformar con verles de manera puntual. Y en una zona tan transitada, creemos que no es lo suyo», asegura Antonio Ruiz.
Aseguran vivir un periodo de «tregua» gracias a las obras de reforma del Paseo Marítimo en lo referente a los excesos de velocidad, pese a lo cual han reclamado a Cort que instale cámaras con radar, temiendo que vuelvan los problemas una vez acabados los trabajos, en principio en verano de 2025. «Somos una asociación más reivindicativa que social, pero nuestra paciencia también tiene límites», advierte el presidente vecinal.
Bien conectada a nivel de transporte público (EMT, TIB...) y con el centro de salud de la Casa del Mar como referencia, a lo largo de los últimos meses han notado una mayor receptividad por parte de Cort, aunque muchos de su vecinos han optado por apuntar hacia el Ajuntament de Palma a la hora de formular sus denuncias de manera formal.
Las principales demandas que realizan a Cort es trabajar contra esos ruidos. De hecho, la propia asociación ha instalado sonómetros, «registrándose datos importantes», y haciéndolo básicamente «por el descanso de los vecinos». También exigen al Ajuntament de Palma que controle más las licencias de los bares, en especial las de los café-concierto, que «tienen música hasta las cinco de la madrugada, e incluso entre semana hasta largas horas. Y las fincas no están insonorizadas, por lo que son los vecinos los que sufren estas molestias, y ya desde hace años...», remarca. Ese malestar se ha plasmado en demandas judiciales, a título individual, contra esos locales y los efectos que generan, reclamando actuaciones en materia normativa o sancionadora. Algunas de ellas, presentadas por residentes extranjeros, «arrepentidos de su decisión de instalarse aquí», dice.
La movilidad es otro hándicap histórico en el Paseo Marítimo, ya que las obras han reducido el espacio para aparcar, siendo los párkings públicos la solución más inmediata, aunque en ocasiones y en algunas épocas del año hasta insuficiente. «Los fines de semana y más en verano, resulta complicado, y eso que ahora estamos con las obras, imagínese cuando se reabra todo...», añade Ruiz.
Su proximidad con otros barrios como Santa Catalina, Son Armadams o El Terreno les permite tener a mano servicios esenciales o centros educativos, a la espera de recuperar un espacio emblemático como s'Aigo Dolça. Mientras, siguen con esa cruzada por defender sus intereses como ciudadanos y vecinos de un lugar privilegiado, pero con más de un pero a sus espaldas.
Todo, dentro de un marco en el que edificios emblemáticos como el Auditorium, hoteles de gran lujo y locales de ocio reconvertidos en los últimos tiempos acompañan al paseante desde una primera línea que recibe a miles de palmesanos que practican deporte o disfrutar de unas vistas únicas a lo largo de unos kilómetros codiciados.