Los vecinos de Son Sardina se han hartado de esperar. Advierten de la carencia histórica de equipamientos públicos en el barrio y reclaman una plaza pública en el solar de Can Pesquet, que en la actualidad pertenece a una entidad bancaria .«Si es necesario, tiramos los muros de este solar y así conseguimos una plaza para los niños», amenazaron algunos vecinos, que han visto como tras décadas las promesas del Ajuntament de Palma han quedado en nada.
El hartazgo se ha apoderado de los residentes de esta zona de Palma después de numerosos escollos para utilizar la plaza actual, que se encuentra ahora mismo en un espacio colindante a la iglesia. «La plaza Monseñor Mairata es una propiedad eclesiástica. Tras años en los que la hemos estado utilizando para las fiestas, la iglesia nos ha dicho que se ha acabado el convenio y que no tendrían que portarse tan bien con los vecinos como lo han estado haciendo hasta ahora», denuncian algunos residentes.
La precariedad de los equipamientos públicos de Son Sardina es tal que todo parece pender de un hilo. O de la voluntad de la iglesia, de las entidades bancarias o de los fondos buitres. «La comisión de fiestas de Son Sardina contaba con un local propiedad de la Iglesia donde guardaba los enseres. Ahora nos dicen que el convenio se ha acabado y que en septiembre tendremos que abandonarlo», denuncian también algunos vecinos.
La situación no mejora en el caso del aparcamiento del pueblo, el hogar de la tercera edad, el casal de barri o la biblioteca. «Ahora mismo todos estos espacios son propiedad de una entidad bancaria. Un fondo buitre y nos ha mandado una carta diciendo que a partir de ahora gestionarán el local del casal de barri y la biblioteca. Y esta propiedad está en muy mal estado, tenemos incluso goteras que provienen de tuberías de aguas sucias», explican los afectados.
Se trata de Azzam, filial de Azora, que se encarga de gestionar activos inmobiliarios tóxicos. Aunque el año pasado los vecinos consiguieron un contrato de alquiler para acoger el casal y la biblioteca, solo les quedan tres años de contrato y temen que después tengan que marcharse. Can Simó es el solar que debía acoger el crecimiento urbanístico de Son Sardina, que quedó en nada después de aprobar el Plan General. Son Sardina seguirá más años a la espera.