Los barrios de Canamunt y Santa Catalina están dispuestos a demostrar el ruido que padecen en sus calles, por lo que han decidido instalar sonómetros en diferentes puntos para conocer su alcance. En las primeras mediciones de este ‘jaleómetro', como lo llaman, ya se arrojan datos reveladores: en Santa Catalina ya han registrado picos de ruido que alcanzan los 120 decibelios, que equivalen a un concierto de música o el interior de una discoteca. El ruido de las terrazas, según han constatado, podría suponer una medición de unos 80 decibelios.
Carlos Orts y Christoph Hafner lideran el proyecto SensoGrama, la plataforma tecnológica que ha desarrollado los dispositivos par medir el ruido en los puntos más ‘calientes' de la ciudad a petición de asociaciones vecinales interesadas. En un principio se instalan en cada barriada participante cinco sensores, cuatro de ellos en las zonas más ruidosas y otro de referencia en un lugar tranquilo para hacer una comparativa.
Cada dispositivo es autónomo, funciona con plaza solar y transmite datos todo el día a un servidor, que se procesan en tiempo real para ser visualizados a través de un portal de Internet. Si el nivel de ruido supera los valores establecidos, la plataforma envía una alerta a un canal público de Whatshap. Orts señaló que «estos dispositivos ayudan a desarrollar una red de ciencia ciuadana. Capturan una información clave para saber cómo mejorar la calidad de vida del barrio».
Por su parte, Hafner advirtió que «el objetivo es medir 365 días al año, las 24 horas, para detectar patrones de ruido. Así podemos focalizar el problema y ver si es tan grave».
Concienciación
Así, en la calle Sant Magí, haciendo esquina con Avinguda Argentina, los vecinos se encuentran con el problema del ocio nocturno pero también con el paso del tráfico. La Associació Barri Cívic Santa Catalina-es Jonquet advirtió que «nuestro objetivo es concienciar a la gente del ruido que están provocando, que supone incluso problemas de salud para los residentes, que no son capaces de dormir». Desde la entidad vecinal explicaron que «hay locales que tienen la música a tope con las puertas abiertas», lo que supone un foco de ruido.
Hafner, vecino de Canamunt, explicó que «hay un espacio público libre en el que no se nos pemite colocar un microhuerto en el exterior», haciendo referencia a las instalaciones que se hicieron en la plaza Quadrado y que fueron retiradas por el Ajuntament. Sin embargo, «dentro de esta anomalía, bares y restaurantes son los únicos negocios a los que se les permite utilizar este espacio público».
Otra iniciativa que se pondrá en marcha será el medidor visual de ruido llamado Moix, un semáforo que avisará a los clientes cuando haya demasiado ruido. Canamunt fue el primer barrio en instalar sensores ambientales. Actualmente se están colocando otros cinco en el Passeig Marítim gracias al apoyo de la asociación de vecinos y la Associació de Veïns de sa Llonja ha mostrado su interés en participar en la iniciativa. Con éstos ya serían cuatro los barrios del centro dispuestos a monitorizas sus niveles de ruido en puntos claves del municipio de Palma.