El líder del PP, Pablo Casado, finalmente ha cumplido los augurios que sonaban desde hace tiempo dentro y fuera del partido y ha destituido a la portavoz parlamentaria, Cayetana Álvarez de Toledo, al tiempo que ha situado como portavoz nacional del partido a José Luis Martínez-Almeida, de corte más moderado.
La decisión, que conlleva una remodelación de la dirección nacional, se ha conocido este lunes sorpresivamente y ha revolucionado las dinámicas del partido, que este mismo jueves celebrará una Junta Directiva Nacional, el máximo órgano entre partidos, para aprobar los cambios.
La vicesecretaria de Política Social del partido, Cuca Gamarra, será quien ocupe el puesto de Álvarez de Toledo, para el que uno de los sectores del partido siempre había creído que era más adecuada la exalcaldesa de Logroño, con un perfil más moderado y que ha desempeñado un papel protagonista frente a la crisis del coronavirus.
Además, Ana Pastor, la vicepresidenta segunda del Gobierno, quien fue nombrada portavoz de la Comisión de Reconstrucción en lugar de la propia portavoz parlamentaria, será quien pasará a ocupar la vicesecretaria de Gamarra.
El desencadenante de la destitución, según ha explicado Álvarez de Toledo ante los medios, ha sido una entrevista concedida este fin de semana a El País que, según Casado, constituía «un ataque a su autoridad» en varios frentes, además de considerar que la libertad de la portavoz parlamentaria es «incompatible con su autoridad».
Pero en la larga conversación que tuvieron el lunes por la mañana, más de dos horas, también han salido las otras razones de fondo y que, en definitiva, son la culminación de la expresión de que es «un verso suelto» en el partido, algo sobre lo que Álvarez de Toledo se ha preguntado «de qué».
Y es que la que ha sido portavoz parlamentaria durante dos años, en contra de todos los pronósticos ya desde su nombramiento, ha dicho que no comparte las «desdichas» causas de su relevo y, además, ha advertido de que se trata de algo «perjudicial» no solo para el grupo parlamentario, sino para el partido y la causa que defiende.
Álvarez de Toledo dejará pues su cargo al frente del grupo parlamentario, pero asegura que aún no ha decidido si dejará también el escaño en el Congreso o incluso el partido, aunque ha añadido que no quiere ver esta destitución en términos de «victoria o derrota».
Desde el partido, Casado le ha agradecido su labor durante estas dos legislaturas al frente del grupo en el Congreso, y le ha manifestado su deseo de que siga contribuyendo a este proyecto tan importante para el futuro de España, algo a lo que ella no ha contestado, por lo menos ante los periodistas.
La polémica de estas últimas semanas por el relevo de su asesor parlamentario Gabriel Elorriaga, tras tomar posesión de su escaño en el Congreso, ha sido la gota que ha colmado un vaso que se ha ido llenando durante dos años de diferencias de criterio con la dirección nacional y declaraciones e intervenciones destacadas.
Entre ellas, una de sus recientes intervenciones parlamentarias, en la que llamó al vicepresidente del Gobierno, Pablo Iglesias, «hijo de un terrorista», algo por lo que el también líder de Podemos amenazó con acciones legales y que la propia Álvarez de Toledo está dispuesta a llevar ante el Tribunal Constitucional, para que se mantenga en las actas del Congreso, contra el criterio del partido.
Pero ha habido más diferencias con una dirección nacional, que la portavoz ha personalizado en el secretario general, Teodoro García Egea, quien «desde el minuto uno intentó restringir al mínimo la autonomía» de la dirección del grupo parlamentario.
Durante su comparecencia ante los medios de comunicación, en el exterior del Congreso de los Diputados, varias personas gritaron palabras de ánimo de Álvarez de Toledo y uno de ellos se preguntó «ahora quién les va a dar caña Cayetana».
La propia portavoz parlamentaria se ha mostrado convencida de que Casado «necesita a su lado a personas con criterio propio» y ha advertido contra la negación del debate interno por lo que podrán tener «un Partido Popular más homogéneo pero no por eso más grande y más fuerte, sino al revés», ha augurado, aunque sin aclarar su futuro político.