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Biografía de una mujer ajena a convencionalismos

| Madrid |

Cayetana de Alba símbolo de la nobleza más arraigada de España, supo combinar su rancio abolengo con el gusto por las tradiciones populares, tanto, que en sus últimos años se convirtió en un personaje tan popular que allá donde fuera encontraba el afecto de sus seguidores.

María del Rosario Cayetana Victoria Alfonsa Fitz-James Stuart y de Silva, nació en el madrileño palacio de Liria, el 28 de marzo de 1926, y ha fallecido hoy en su Palacio de las Dueñas, en Sevilla.

Una energía arrolladora y sus intensas ganas de «vivir», como declaraba en una entrevista a Efe, marcaron una vida y un carácter que, probablemente, la convirtieron en la «más revoltosa» desde aquella que retrató Francisco de Goya.

Fue hija única de Jacobo Fitz-James Stuart y Falcó, duque de Alba y de Berwick, y María del Rosario de Silva y Gurtubay, marquesa de San Vicente del Barco. Sus padrinos de bautismo fueron los reyes Alfonso XIII y Victoria Eugenia, una circunstancia que marcó la vinculación de la Casa de Alba a la corona de España.

A los seis años, el fallecimiento de su madre hizo que se uniera estrechamente a su padre, a cuya muerte, en 1953, se convertiría en la XVIII duquesa de Alba.

Con la llegada de la República en 1931 abandonó España y se instaló en París donde estudió en el Colegio de la Asunción.

Sevilla, un lugar muy especial en su vida, la acogió cuando regresó. El Palacio de las Dueñas, en el que pasó buena parte de sus últimos años, y la ciudad hispalense fueron su refugio durante toda su vida a pesar de tener casas y palacios en muchas otras ciudades.

Tras la guerra su padre fue nombrado embajador de España en Londres, por lo que se instaló con él en la capital británica.

Poseedora de 46 títulos nobiliarios, era veinte veces Grande de España. Su padre le concedió en 1943 el primero, el ducado de Montoro, dado por Felipe VI a su familia en 1660, y se lo otorgó para celebrar su presentación en sociedad, como ella haría después con su hija, Eugenia.

Ducados, condado-ducados, marquesados, condados y vizcondados son algunas de las categorías de los títulos en su haber, siendo los de condesa los más numerosos.

Además del ducado de Alba poseía el de Berwick, Liria y Jérica, Arjona y de Híjar. También fue condesa-duquesa de Olivares. El marquesado de Oraní fue el último título nobiliario que se le concedió, en noviembre de 1991.

Son títulos que rivalizan en cariño, según ella misma dijo en alguna ocasión, con otros más populares como el de Hija Predilecta de Andalucía o Hija Adoptiva de Sevilla.

En febrero de 2010 le fue otorgada la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes, por su apoyo a las artes.

Su enlace en Sevilla el 12 de octubre de 1947 con Luis Martínez de Irujo y Artacoz fue un auténtico acontecimiento social para la época. De su unión nacieron sus seis hijos: Carlos, heredero de la Casa de Alba, Alfonso, Jacobo, Fernando, Cayetano y Eugenia.

En 1972 murió su marido, víctima de leucemia. Seis años más tarde contrajo nupcias con el exjesuita Jesús Aguirre, que falleció en 2001.

Casarse en 2011 con su último esposo, Alfonso Díez, no fue fácil al no contar, en principio, con el apoyo de sus hijos, pero su perseverancia y un acuerdo sobre el reparto de su herencia meses antes allanó el camino.

La duquesa hizo donación a sus hijos, en julio del 2011, de su herencia personal e histórica, valorada en 1.000 millones de euros, y que hasta su fallecimiento ha administrado como usufructuaria.

El patrimonio de la Casa de Alba es administrado desde la Fundación Casa de Alba -creada en 1976-.

Propietaria de grandes extensiones de olivares, cortijos y haciendas, Cayetana de Alba no ha sido ajena a problemas con la administración, sus agricultores y algunos sindicatos. En 1990, la Junta de Extremadura le expropió 2.500 hectáreas.

Aficiones

Entre sus aficiones principales estaban los toros, la pintura y el baile flamenco, un arte que aprendió de dos grandes maestros: Pastora Imperio y, sobre todo, Enrique el Cojo.

Gran aficionada a los caballos, en sus años jóvenes llegó a rejonear, y fue el duque de Alburquerque, gran caballista, quien le enseñó los secretos de la monta en la Academia Militar.

Una antigua dolencia de espalda provocada por la caída de un caballo la obligó a pasar por el quirófano en 2007. Mas tarde, en marzo de 2009 se le implantó una válvula en el cerebro a causa de una hidrocefalia.

En 2013 una caída en Roma, que le provocó rotura de fémur, sembró la inquietud sobre su salud, que se fue debilitando en los últimos meses a causa de un virus estomacal que la apartó de la Feria de Abril 2014 a pesar de sus deseos de asistir. Tampoco pudo estar en la ceremonia de proclamación de Felipe VI.

El 11 de junio de este año se sometió a una revisión rutinaria de la válvula que le fue implantada en 2009.

En la noche del 16 de noviembre, ingresó en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) de la Clínica Sagrado Corazón de Sevilla, afectada por una gastroenteritis, una neumonía y una arritmia cardiaca.

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