El fiscal Anticorrupción adscrito al «caso KIO», Salvador Viada, solicitó ayer un total de 38 años de prisión para el financiero Javier de la Rosa por los delitos de apropiación indebida, maquinación para alterar el precio de las cosas y falsedad. Además, en su escrito de conclusiones provisionales, el fiscal solicita 4 años, 2 meses y un día para el empresario Manuel Prado y Colón de Carvajal, por un delito de apropiación indebida.
El fiscal solicita esta penas de prisión por tres piezas separadas del caso Kio, que son las relativas a las operaciones de Icsa-Inpacsa, Croesus y Wardbase. En la pieza de Icsa-Impacsa la juez Teresa Palacios ha investigado la venta de ambas papeleras propiedad de Torras. La pieza relativa a Croessus ha seguido la pista de una transferencia de 27'4 millones de dólares que KIO realizó en junio de 1988 a personas no identificadas. En la pieza de Wardbase, la magistrada ha investigado el pago de 2.000 millones de pesetas a esta sociedad, alegando unos servicios a una sociedad que nunca fueron prestados.
Por las dos primeras, que se juzgarán en una única vista, el fiscal solicita 28 años de prisión para De la Rosa, mientras que por Wardbase, pide 10 años. Por la operación Wardbase, la Fiscalía Anticorrupción pide también 10 años de prisión para el ex consejero delegado de Torras Jorge Núñez Lasso de la Vega, por falsedad y apropiación indebida, y 4 años y 2 meses para Manuel Prado y Colón de Carvajal por el último delito.
En Icsa-Inpacsa, el fiscal pide 19 años de prisión para De la Rosa y Núñez; 17 para el ex asesor de Torras Plinio Coll Gutiérrez, el ex director de finanzas Richard Robinson y el ex consejero Manuel Guasch Molins; 12 para el abogado y ex asesor de Torras Juan José Folchi; 6 para el presidente del grupo irlandés Smurfit, Michael Smurfit; y 2 años y 4 meses para los apoderados de Torras José María Sot y Miguel Soler Sala (también ex director financiero). Por Croesus, las penas solicitadas son de 9 años para De la Rosa por apropiación indebida y falsedad, y 4 para Miguel Soler por el último delito.