El conflicto entre Israel e Irán tendrá repercusiones en la economía. De hecho, el precio del barril de Brent ya ha subido y se está trasladando a los carburantes que se venden en las estaciones de servicio de Baleares. Ultima Hora ha consultado con dos expertos para saber qué repercusión tendrá la escalada de la tensión en el ámbito económico: desde el turismo a las hipotecas podrían verse afectadas.
Pau A. Monserrat, miembro del CES, profesor de la UIB y economista de Futur Legal, asegura que «la escalada del conflicto entre Israel e Irán está teniendo repercusiones inmediatas en la economía global. Los mercados financieros han reaccionado con caídas bursátiles y un notable repunte de los precios del petróleo. El crudo se ha disparado más de un 10 % intradía tras los ataques, marcando su mayor salto diario desde 2022». El economista Pep Ignasi Aguiló comparte que «en un mundo globalizado los conflictos bélicos locales pueden tener repercusiones generales.
Impacto en la economía balear
Preguntados por el impacto del citado conflicto en la economía balear, Monserrat responde que «en Baleares el efecto del conflicto será indirecto, pero no despreciable. Por un lado, un encarecimiento global de la energía puede traducirse en mayores costes para el sector turístico: combustibles más caros elevan el precio de los vuelos y de las operaciones hoteleras, en un contexto en el que los precios locales ya venían subiendo».
No obstante, apunta que «un cierto freno a la llegada masiva de turistas producido por el encarecimiento del precio que pagan no es una mala noticia en estos momentos: la llegada de turistas puede que sea excesiva y los precios son la mejor manera de limitar el flujo». No obstante, puntualiza que «como fuerza a favor de la llegada turística, la experiencia nos muestra que los conflictos geopolíticos pueden desviar flujos turísticos hacia zonas percibidas como seguras, como las Islas Baleares».
El citado economista insiste en que «el conflicto se produce a mucha distancia de aquí, por lo cual es de esperar que sus efectos sean, básicamente, indirectos. Estos se pueden centrar tanto en las dificultades que pueden surgir en el tráfico internacional, como en el incremento del precio de una materia prima tan esencial como es el petróleo. En este último caso, un aumento del coste energético no tiene porqué desembocar necesariamente en inflación, pues ésta es fundamentalmente consecuencia de fenómenos monetarios. No obstante, un incremento de los costes, tanto del petróleo como de la desmundialización siempre supone una dificultad añadida».
Aguiló también sostiene que «cuando el mundo está en guerra, aquellos lugares que pueden hacer bandera de mayor seguridad se convierten en más demandados. Seguramente también puede ocurrir también en el caso de nuestras Islas. El resultado final para nuestra economía es incierto, aunque siempre habrá que lamentar la destrucción producida».
¿Subirá el Euríbor?
Monserrat insiste en el riesgo inflacionista. «El repunte de los precios energéticos derivado del conflicto también plantea un riesgo de rebrote inflacionario en Europa. Antes de esta crisis, la inflación había dado un respiro y los bancos centrales –incluido el BCE– empezaban a considerar futuras bajadas de tipos de interés. Sin ir más lejos, el Consejo de Gobierno del BCE recortó los tipos un 0,25 % a inicios de junio y sus proyecciones asumían que la inflación general convergería hacia el 2 % en 2025 bajo el supuesto de una energía más barata. Ahora ese supuesto se ve amenazado. Un choque persistente en el petróleo o gas podría impulsar nuevamente la inflación, retrasando la deseada vuelta al objetivo del 2 %».
El mencionado experto señala que «el BCE, si la tensión en precios se agrava, frenará la bajada de los tipos oficiales. Para los hipotecados, no son buenas noticias, pero tampoco estamos aún ante un motivo de alarma. La bajada del Euríbor no está aún en peligro, ya que el BCE ya ha bajado sus tipos con contundencia (la facilidad de depósitos está en el 2 %) y el referencial hipotecario sigue sus pasos. Tendría que prolongarse mucho y empeorar aún más el conflicto, para que el BCE se planteara volver a subir tipos por la inflación: es un escenario que, con la información actual, veo poco probable».
Aguiló considera que «en principio, el BCE no tendría porqué cambiar su política monetaria. No obstante, es cierto que el control de la inflación que exhibe Christine Lagarde está muy apoyado en la reducción del precio internacional de determinadas materias primas, y no tanto por factores endógenos. O dicho en otras palabras, la contención inflacionaria europea de estos últimos meses es algo precaria, por lo que no hay que descartar nada».
Efectos globales
Monserrat advierte que «este encarecimiento energético alimenta temores inflacionarios y supone un riesgo serio para el crecimiento mundial». Además, señala que «el conflicto añade volatilidad a los mercados de materias primas y tensión en la estabilidad financiera internacional, especialmente por la preocupación de que se vea afectado un punto crítico como el Estrecho de Ormuz, por donde transita una parte significativa del petróleo mundial.
Aguiló subraya que en este caso concreto el enfrentamiento es entre dos potencias con concepciones de vida muy diferentes, por lo cual pueden arrastrar a otras naciones de sus respectivos bloques a involucrarse. A lo que hay que añadir que lo que está en disputa es la disponibilidad, y por tanto el uso, de armamento nuclear. Por todo eso, efectivamente podemos concluir que se trata de un choque con consecuencias mundiales». «Las guerras nunca generan beneficios económicos compartidos», sentencia y advierte que «sí las hostilidades se dilatan en el tiempo las consecuencias serán de mayor dimensión».
Si un turista deja de venir por 50€ más o menos,mejor no venga.