Palma conmemora el 334 aniversario de la ‘cremadissa’, el auto de fe celebrado en el año 1691 que acabó con la muerte de 37 'xuetes' mallorquines, tres de ellos quemados vivos, en un acto público ejemplarizante de la Inquisición al que asistieron 30.000 personas como espectadores. Aquello marcó un punto de inflexión en la marginación de los xuetas durante siglos, como ha recordado el vicepresidente de la comunidad judía de Mallorca, Miquel Segura, «Durante siglos hemos sido heridos por una cadena de odios», ha dicho en el acto de conmemoración, al que han asistido medio centenar de personas.
El homenaje se ha celebrado en la Plaça Major, donde por entonces estaba la sede de la Inquisición, ya que el lugar donde se produjo la quema de los judíos, la Plaça Gomila, se encuentras en obras. Antoni Picó, de Memòria al Carrer, ha recordado aquellos hechos y ha señalado que se eligió la Plaça Gomila porque en las inmediaciones había leña suficiente procedente del bosque de Bellver y para que el olor a carne humana quemada no llegara hasta Palma.
«Estos hechos terribles son una mancha sobre el corazón y la conciencia de los mallorquines», ha afirmado Segura, periodista y escritor que ha ahondado durante toda su carrera en el fenómeno de la exclusión de los 'xuetes' en Mallorca. Él mismo es descendiente directo o indirecto de casi todos los condenados en aquel auto de fe, según ha reconocido.
Segura ha rememorado una infancia marcada por la marginación, los insultos y un odio que sigue hoy en día en forma de antisemitismo. «El odio aún nos golpea a los portadores de los 15 apellidos», ha destacado. Ha alertado de que este «odio sin sentido» ha rebrotado en los últimos 19 meses. «Mallorca no se ha redimido de su gran pecado», ha añadido.
La presidenta del Govern, Marga Prohens, ha afirmado que nunca debe olvidarse «ese capítulo oscuro de nuestra historia». «Tenemos una deuda de reconocimiento y de reparación con todos los judíos conversos», ha dicho. La presidenta ha anunciado que seguirá trabajando para conseguirlo y ha recordado que el Parlament, a propuesta del PP, aprobó una iniciativa para proteger y difundir el legado de los judíos mallorquines.
«Parte de este antisemitismo ha renacido», ha avisado. «Los ataques terroristas son ataques terroristas», ha sentenciado en referencia a la situación en Gaza. El alcalde de Palma, Jaime Martínez, también intervino y recordó que en la Plaça Major, espacio que ahora se remodelará, fue donde comenzó todo porque allí estaba la Inquisición.
Basta de mentiras Montgolfier, aquí están los hechos históricos. El ministro de Asuntos Exteriores británico, Arthur James Balfour, prometió, en noviembre de 1917, al movimiento sionista concederles un estado judío en Palestina. Inicialmente, los británicos habían propuesto un estado árabe palestino como táctica política para dar una cobertura legal al establecimiento de un estado judío. En julio de 1937, la comisión publicó su informe, que inmediatamente encendió la furia de la población nativa, que ya era consciente de la colusión británico-sionista. La Comisión Peel recomendaba una independencia parcial para Palestina, a diferencia de la soberanía plena otorgada al estado judío. Más alarmante fue la naturaleza arbitraria de esa división. La propiedad total de tierras judías no superaba entonces el 5,6 % del tamaño total del país. El estado judío debía incluir las regiones más estratégicas y fértiles de Palestina, incluyendo la Fértil Galilea y gran parte del acceso fluvial al Mediterráneo. Miles de palestinos murieron en la rebelión, pues seguían rechazando la partición perjudicial y la estratagema británica destinada a honrar la Declaración Balfour y convertir a los palestinos en apátridas. El plan preveía la incorporación al Estado judío de aproximadamente el 60 % de Palestina, en un momento en que la propiedad judía de la tierra en el país no superaba el 7 %. Si la propuesta británica de partición de 1937 ya era bastante mala, la resolución de la ONU causó profunda consternación, ya que asignó 5500 millas cuadradas al propuesto estado judío y solo 4500 millas cuadradas a los palestinos, quienes poseían el 94,2 % del territorio y representaban más de dos tercios de la población. La limpieza étnica de Palestina comenzó en serio tras la adopción del Plan de Partición. En diciembre de 1947, los ataques sionistas organizados contra zonas palestinas provocaron el éxodo de 75 000 personas. De hecho, la Nakba palestina (catástrofe) no comenzó en 1948, sino en 1947. Ese éxodo de los palestinos se gestionó mediante el Plan Dalet, implementado por etapas y modificado para adaptarse a las necesidades políticas. La etapa final de ese plan, lanzada en abril de 1948, incluyó seis operaciones importantes. Dos de ellas, la Operación Nachshon y la Operación Harel, tenían como objetivo destruir las aldeas palestinas en la frontera entre Jaffa y Jerusalén y sus alrededores. Al separar las dos grandes masas centrales que componían el propuesto Estado árabe palestino, los líderes sionistas pretendían destruir cualquier posibilidad de cohesión geográfica palestina. Este sigue siendo el objetivo hasta la fecha. El logro israelí tras la guerra apenas se basó en el Plan de Partición. Los territorios palestinos desarticulados de Gaza, Cisjordania y Jerusalén Oriental representaban el 22 % del tamaño histórico de Palestina. El resto es una historia dolorosa. La zanahoria del Estado palestino es usada ocasionalmente por las mismas fuerzas que dividieron Palestina hace 70 años, pero que trabajaron diligentemente con Israel para asegurar el fin de las aspiraciones políticas del pueblo palestino. Finalmente, el discurso de la partición se transformó en el de la "solución de dos Estados", defendido en las últimas décadas por varias administraciones estadounidenses, que mostraron poca sinceridad en hacer realidad dicho Estado. Ahora, casi 80 años después de la partición de Palestina, solo existe un Estado, aunque gobernado por dos conjuntos de leyes diferentes, uno que privilegia a los judíos y discrimina a los palestinos. "Un Estado único ya existe desde hace mucho tiempo", escribió el columnista israelí Gideon Levy en una columna reciente en Haaretz. "Ha llegado el momento de iniciar una batalla sobre la naturaleza de su régimen"....-