Mallorca ha sufrido una auténtica revolución en sus clases sociales. «La riqueza ya no la generan los ingresos por el trabajo, sino la revalorización y los rendimientos por la vivienda», dice Sònia Vives, que junto a Onofre Rullàn, Antoni Artigues y Víctor Navarro firmaron un estudio que analiza la relación entre los procesos de desposesión de la vivienda y la geografía de las clases sociales en Palma. Este trabajo se ha llevado el premio Luz Marina García Herrera al mejor artículo publicado entre los años 2022 y 2023.
Vives señala que «es más rentable invertir en vivienda que trabajar. Por poco que puedas invertir en activos inmobiliarios, te aseguras una mejor jubilación». Y las fronteras de las clases sociales se desdibujan, y ahora ya no existen diferencias según los estudios, el nivel cultural o la profesión, sino según las propiedades que se posea. «En la parte alta de la pirámide está el que tiene varias propiedades y vive de las rentas, luego está el hipotecado y por último, el que vive de alquiler. Pero los hay que no pueden ni acceder al mercado de alquiler», advierte Vivas. Mallorca, afirma, está en plena quinta ola de gentrificación, que desposee también a la clase media-alta de toda la Isla.
La tendencia se intensifica y Vives afirma que hay «nuevas estrategias de inversión. Se ha llegado a la tokenización inmobiliaria: estás en el sofá y a través del móvil compras títulos, trozos de casa que sitios tan lejanos como Hawaii. Por solo 400 euros ya inviertes en vivienda». Y mientras se expande la inversión inmobiliaria que genera riqueza, «también hay cada vez más excluidos que sufren la pobreza y la exclusión».
La geógrafa advierte que esta quinta ola de gentrificación «se dan los procesos de del capitalismo financiarizado, donde los capitales transnacionales intervienen en los barrios». La investigadora explica las diferentes oleadas. La primera oleada gentrificadora se concentró en barrios como el Soho o Brooklyn, son procesos puntuales de renovación urbana. La segunda se concentra en los centros de las ciudades. La tercera oleada se refiere a la expansión de la gentrificación como proceso de reconversión de ciudades neoliberales y ya se da a nivel global. En la cuarta, la expansión de la finanzas por los créditos baratos permite la creación de la sociedad de propietarios.
Vives focaliza estos fenómenos en Mallorca, «que están relacionados con el turismo. La primera oleada de gentrificación en Palma se concentra en Sa Gerreria, cuando entra el capital privado en el barrio y que coincide con la tercera oleada global de gentrificación. La segunda gentrificación e Palma se dio en el centro histórico y la tercera gentrificación permite que haya capital internacional que decide invertir en Santa Catalina, por ejemplo. Y se expande por toda la ciudad: invierten donde la brecha es más amplia, donde pueden comprar barato y vender caro».
Ante los movimientos de mallorquines que deciden comprar vivienda en el norte de España, la geógrafa advierte que «si eres de clase media y no te basta el capital para invertir en Mallorca, pero sí en otro lado, te aseguras una revalorización inmobiliaria, aunque no sea en la Isla. Cada uno hace lo que puede para conseguir rentas inmobiliarias que te aseguran una riqueza más alta».
Vives y su equipo se han mostrado muy emocionados por el premio otorgado por la revista Scripta Nova, que lleva el nombre de Luz Marina García Herrera. «Era una profesora muy querida de la Universidad de La Laguna, a la que le teníamos mucho cariño. Era especialista en gentrificación, la primera en España que llamo elitización a los procesos de gentrificación». García Herrera fue una pionera de los trabajos de geografía crítica urbana en España, que trabajó con Neil Smith, uno de los primeros autores que hablaban de la gentrificación.