Cada mallorquín tiene casi un vehículo nada más nacer, exactamente 0,9 según los datos publicados por el Instituto de Estadística de las Islas Baleares (Ibestat). El parque de vehículos de Mallorca en 2023 (último dato publicado) era de 837.240, mientras que en el mismo periodo había 940.332 residentes, éstos últimos según el Instituto Nacional de Estadísticas (INE). Se trata de unas cifras muy elevadas, que dan lugar a graves problemas de circulación.
El incremento de vehículos por habitante ha experimentado un crecimiento muy importante en Mallorca en los últimos 20 años, ya que en 2003 cada mallorquín tenía 0,77 vehículos. De este modo, aunque la población ha experimentado un aumento significativo, el número de coches ha sido aún superior. Cabe precisar que en 2023 el número de vehículos por cada 1.000 habitantes era aún superior: exactamente era de 907,34 frente a los 900,31 del ejercicio 2023. Sin embargo, aún es pronto para hablar de cambio de tendencia.
Lo que sí se puede asegurar es que los atascos se han convertido en uno de los principales problemas que tiene la Isla. Ello se refleja en la intensidad media diaria de las carreteras, que no ha dejado de crecer, salvo en el paréntesis de la pandemia. Si hace unos años se circunscribían a los meses de temporada alta, ahora se han convertido en habituales durante todos el año. Esta situación ha llevado al Consell de Mallorca a tener que tomar decisiones inéditas en la Isla hasta el momento: limitar la entrada de vehículos.
El presidente de la institución insular, Llorenç Galmès, ha presentado esta semana un estudio de la carga viaria de Mallorca y las conclusiones son claras: sobran entre 93.599 y 122.397 coches. El informe hace dos propuestas de techo de vehículos en la Isla en función de estos datos y señala que debería haber entre 834.263 y 863.061 vehículos, como máximo. Todo lo que sea superar estas cifras es saturación, precisamente lo que se está viviendo en estos momentos.
El nivel de motorización de Baleares, de los más elevados de Europa
La catedrática de geografía humana de la UIB, la doctora Joana Maria Seguí, afirma que es una «constatación que el nivel de motorización de Baleares es el más alto de España y de los más elevados de Europa». Esto se puede extrapolar al caso concreto de Mallorca, puesto que es la Isla de mayor peso demográfico.
A su modo de ver, se ha producido «un crecimiento muy alto del parque automovilístico». Seguí resalta que «Mallorca tiene un territorio limitado de 3.640 kilómetros cuadrados, de los que más de 1.000 son de la Serra de Tramuntana. La población casi se ha duplicado en treinta años y los visitantes se han más que triplicado, por lo que la gestión del territorio y de sus movilidades debe ser más eficiente». Además, asegura que el establecimiento de límites y restricciones de acceso se impone, como ocurre en verano en Formentor.
Sin embargo, apunta «los vehículos son solo uno de los elementos del complejo sistema de transportes y movilidades. Estas medidas deben acompañarse de otras que se encaminen hacia una mayor sostenibilidad, hacia la mejora del sistema de transporte público y colectivo; junto con aparcamientos disuasorios en municipios, cercanos a estaciones de tren o de bus y carriles de preferencia en carreteras para vehículos con alta ocupación».
«Continuar ampliando infraestructuras no soluciona el problema»
La catedrática de Geografía Humana de la UIB tiene claro que lo que no se puede hacer es seguir ampliando las infraestructuras viarias, puesto que asegura que la experiencia ha demostrado que a medio plazo lo que se hace es un efecto llamada. «Continuar ampliando infraestructuras no soluciona el problema a medio plazo. Así lo ha demostrado la realidad». Como ejemplo, señala que la ampliación de carriles en la Vía de Cintura o en los accesos a Palma desde las autopistas no ha disminuido el volumen de tráfico ni los atascos. «La gestión está en una mejor demanda y no en incrementos de la oferta, en un territorio tan limitado como el insular», defiende.
Seguí recuerda que Europa demanda más transporte público y menos movilidad individual motorizada. «Se deben poner dificultades al uso del transporte individual», ya que emiten emisiones de gases contaminantes, empeoran la calidad de vida y dificultan el cumplimiento de las leyes de cambio climático y transición energética, tanto la de Baleares como la nacional.