El curso se ha iniciado en la Universitat de les Illes Balears (UIB) y, en esta entrevista, el rector, Jaume Carot, hace balance de su gestión y proyecta la UIB que imagina en el futuro cuando falta menos de un año para las elecciones al cargo.
En el acto de apertura del curso anunció que se presentaría a la reelección.
—Sí. Para este mandato presentamos un programa y lo hemos puesto en marcha, pero no está concluido y me gustaría completarlo. A lo largo de estos años han surgido nuevas ideas, siempre en el marco de nuestro programa, y también me gustaría desarrollarlas.
Si vuelve a ganar, ¿cuánto tiempo habrá estado en cargos de gestión académica?
—Dos años como vicerrector de Montserrat Cases, seis con Llorenç Huguet, cuatro como rector y, si salgo reelegido, otros seis años, pues la Ley Orgánica del Sistema Universitario -LOSU- establece ahora mandatos por ese período. Después de esos seis años ya no puedes volver a presentarte.
¿Sabe si tendrá algún candidato opositor?
—No lo sé, pero creo que es pronto para saberlo. Normalmente, quienes quieren ser candidatos a rector empiezan a moverse en el enero anterior a las elecciones, que son en mayo. Hay que preparar un programa y formar un equipo, lo que no siempre es fácil. Yo tuve suerte.
Cuando hablamos de la UIB, siempre es inevitable hablar de financiación.
—Nunca hemos estado tan bien como ahora. Hace dos años, después de largas negociaciones, el Govern anterior aprobó el llamado contrato programa 2023-2026, que fija una financiación base, otra para actuaciones específicas y una tercera según cumplimiento de objetivos. El actual Govern firmó el contrato programa y llevamos un año de vigencia. Ya hemos empezado a hablar para mejorarlo. Por primera vez, la transferencia nominativa del Govern cubre el 100 % del capítulo de personal. Eso nos da tranquilidad porque sabemos que los mínimos están garantizados y podemos dedicarnos a desarrollar políticas y programas. También nos evitamos tener que negociar el presupuesto de la UIB año tras año. Sabemos con qué presupuesto podemos contar y el Govern sabe qué dinero tiene que destinar.
¿Cómo afecta la LOSU a la estabilización docente en la UIB, con un gran número de profesores asociados?
—Efectivamente, teníamos un exceso de profesores asociados e interinos, situándonos fuera de la ley. La LOSU restringe aún más el número de profesores no permanentes. Una fórmula para solucionar esta situación es la contratación de profesores ayudantes doctores, pero el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades sólo nos financia 28 plazas, cuando necesitamos 238. El Govern asumirá la diferencia con más de 10 millones de euros de aquí a 2029.
¿Qué valoración hace del Complex Balear de Recerca, puesto en marcha recientemente en el Parc Bit?
—Llevábamos más de 13 años tras esta proyecto. Ahora contamos con unas instalaciones de primer nivel para desarrollar trabajos de investigación, lo que ha un supuesto un soplo de aire fresco en cuanto a disponibilidad de espacios. La UIB tiene 150 investigadores y técnicos trabajando allí. La satisfacción es muy grande.
¿En qué situación se encuentra la tramitación del supercomputador de Baleares?
—La UIB se encargará de la licitación y de la gestión. Para la financiación, el Govern nos transfiere directamente más de un millón de euros y aporta otro millón y 175.000 euros anuales durante cuatro años. Será un supercomputador de última generación, lo que puede complicar un tanto la licitación por el alto nivel de exigencia.
Hablábamos antes de financiación. ¿Cómo va a afectar la nueva situación a la organización laboral?
—Ponemos el énfasis en los recursos humanos: personal docente e investigador, y personal técnico de gestión, administración y servicios, llamado PTGAS. Ahora, todas las plazas del personal docente e investigador se anuncian a nivel europeo, lo que permite que se presente más gente y captar talento de fuera de Balears. En cuanto al PTGAS, buscamos la profesionalización y la mejora salarial. A partir del estudio de los puestos de trabajo de la UIB, reorganizaremos y remodelaremos la plantilla. No sólo en la UIB, sino en cualquier ámbito laboral, lo más importante son los recursos humanos y el talento, y mejorar las condiciones y el clima de trabajo. Hemos realizado un estudio de la calidad de vida laboral en la UIB que presentaremos a la comunidad universitaria.
Usted siempre ha destacado, al igual que sus predecesores, el nivel investigador de la UIB, siendo una universidad joven y pequeña en un territorio pequeño.
—En este último trienio, la UIB ha multiplicado por seis los fondos competitivos obtenidos, es decir, dinero que hemos conseguido para proyectos de investigación en competencia con otras universidades e instituciones con una trayectoria mucho más larga. Y a partir de este mismo año, por primera vez habrá una financiación específica para nuestros grupos consolidados de investigación y los institutos en los que participamos. También incrementaremos el apoyo técnico a los investigadores para que no tengan que ocuparse tanto del papeleo y de labores secundarias. Seguiremos en este camino.
La queja de los científicos e investigadores por el papeleo es atávica.
—Es una queja legítima y plenamente justificada, pero el problema no lo crea la UIB. Los rectores de las universidades españolas siempre hemos reclamado al ministerio la simplificación de trámites. El problema tiene su origen en que, en España, la financiación de la investigación es considerada una subvención, no una inversión, lanzando un mensaje erróneo a la sociedad. Esta mentalidad parece increíble en la Europa occidental del siglo XXI. Ninguno de los países de nuestro entorno funciona así. Todo ello, sin cuestionar ni poner en duda la necesidad de controlar la financiación pública de la actividad.
La UIB ha hecho una gran apuesta por la descarbonización del campus.
—Aspiramos a la autonomía energética en 2026 a través de las placas fotovoltaicas. Aunque puede parecer un plazo muy cercano, ese año el campus tiene que ser mucho más verde y estar encarrilado hacia las cero emisiones. Tenemos edificios con calefacción alimentada por gasoil. Eso desaparecerá. La climatización y la electricidad serán neutras en carbono. Otra cosa es la movilidad. Aunque fomentamos el coche compartido y el uso de la bicicleta, mucha gente sigue llegando al campus en su vehículo particular. Entiendo que, para alumnos o personal residente en la Part Forana, resulta complicado llegar al campus en transporte público. Seguiremos fomentando alternativas, pero tiene que haber más transporte público y, en este sentido, estamos en conversaciones para incrementar las frecuencias del bus. Aumentar las del metro parece más complicado.
Este año se han implantado los grados de Farmàcia y Ciències de l’Activitat Física i l’Esport. En espera està Ciències de la Mar.
—Sí, a ver si podemos empezar a impartir Ciències de la Mar en el curso 2025-26. Una nueva titulación siempre tiene un camino muy complejo. Con el Govern, tenemos que repensar bien el mapa de titulaciones y también la manera de hacer docencia, impulsando cambios cualitativos. En ese mapa de titulaciones habrá que tener en cuenta las instalaciones. De momento, están sobre la mesa un nuevo edificio para Ciències y la remodelación de la parte más antigua del edificio Mateu Orfila.
Y la tan deseada segunda residencia de estudiantes.
—Deseada por necesaria. No es ningún capricho. La segunda residencia se construirá junto al Conservatori y correrá a cargo del Govern, que la ha incluido en su Pla d’Infraestructures Educatives.