La proliferación de casas en suelo rústico aumenta la contaminación por nitratos de los acuíferos de Baleares.
Así lo recoge la última revisión del Pla Hidrològic de les Illes Balears (PHIB, 2021-2027), que de esta manera expone otra causa en la contaminación de los acuíferos por nitratos, además del uso agrícola intensivo o inadecuado de fertilizantes, que siempre aparecía como la razón más común e histórica.
De este modo, añadidas al uso agrícola, el PHIB señala otras fuentes de contaminación difusa en los acuíferos, es decir, sin un punto de origen determinado o generado en amplias superficies cuyo control y detección son complicados. Estas otras fuentes de contaminación son las pérdidas de las redes de saneamiento y las pérdidas de aquellas viviendas aisladas en suelo rústico que no disponen de conexión al alcantarillado y cuentan con fosas sépticas no estancas o pozos negros.
El PHIB es muy claro al apuntar que «todo ello se manifiesta en un aumento de la concentración de nitratos en las aguas subterráneas y puede provocar un incremento de la aportación excesiva de nutrientes inorgánicos en zonas húmedas. Es necesario prevenir esta contaminación para proteger la salud humana y los ecosistemas, especialmente los acuáticos».
El plan establece medidas de protección de los recursos hídricos subterráneos contra la contaminación difusa de origen agrario. También insta a los municipios a evaluar y enumerar las actuaciones de mejora previstas en sus redes de saneamiento con el fin de evitar pérdidas.
En el caso de las viviendas aisladas en suelo rústico, el plan obliga a disponer de sistemas autónomos de depuración de las aguas residuales y fija requisitos.
La planificación hidrológica de Baleares reconoce que «la ejecución de medidas y, sobre todo, del cumplimiento de los objetivos ambientales se están produciendo a un ritmo menor de lo esperado, debiéndose requerir medidas adicionales, entre ellas mejorar la colaboración de la administración hidráulica con las que tienen competencias urbanísticas en suelo rústico. Es importante la aportación e intercambio de información, y una mayor vigilancia y control».
El documento oficial también plantea una mayor frecuencia de análisis de nitratos en aguas subterráneas con el fin de caracterizar mejor el problema de la contaminación en las zonas de mayor riesgo, todo ello con el objetivo de reducir la que se debe a la urbanización dispersa del suelo rústico.
El PHIB no duda en apelar a «un mayor control por parte de las administraciones con competencia urbanística sobre los inmuebles sin acceso a la red de alcantarillado y sin conexión efectiva al saneamiento. Hay que inventariar las viviendas aisladas no conectadas a la red de saneamiento para comprobar si efectivamente disponen de un sistema autónomo de depuración».
Igualmente, el plan considera que «hay que exigir a todas las viviendas en suelo rústico, tanto las de nueva construcción como las antiguas, la implantación de estos sistemas autónomos de depuración o de depósitos estancos, cuyo vaciado debe llevarse a cabo por alguna empresa autorizada para la posterior gestión de los residuos».
Debe mencionarse que la contaminación por la presión de viviendas aisladas cuyos vertidos no están conectados a la red de alcantarillado no fue inventariada por los documentos iniciales de la revisión del PHIB, pero el propio plan apunta que «sabemos que su impacto es importante y, por tanto, deberán hacerse esfuerzos adicionales para cuantificarlo».
El apunte
Las viviendas aisladas en suelo rústico consumen el 13,7 % del agua
El llamado consumo disperso de agua, correspondiente a viviendas aisladas (pozos particulares y transporte en camiones), en su mayor parte en suelo rústico, es el 13,7 % del total de Balears, según datos del PHIB. Se calcula que este consumo asciende a 33,85 hectómetros cúbicos al año, lo que casi triplica la capacidad de los embalses del Gorg Blau y Cúber, que suman 12 hectómetros cúbicos. El PHIB parte del supuesto de una dotación media de 500 metros cúbicos anuales para el riego de huertos y jardines, y para piscina, y de 200 metros cúbicos anuales para el consumo propio de la vivienda.