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Los 49 segundos que acabaron con el piadoso hombre de hielo

Gabriel Le Senne, presidente del Parlament balear. | Teresa Ayuga

| Palma |

Como buen palmesano de orden, los domingos va a misa a La Sang, lo que no deja de resultar paradójico porque hasta los suyos coinciden en un punto: «Gabriel parece que no tiene sangre». Por lo imperturbable que es, claro, no porque sea un extraterrestre. Que también, dicho sea de paso, podría serlo. En fin, que ese porte inalterable duró hasta este martes de pasión, cuando el ex alumno de Montesión, licenciado en Icade y abogado, perdió la compostura y algo más en el Parlament. Y pasó a la posteridad como el president que, en un ataque de furia vikinga, rasgó la fotografía de Aurora Picornell. De caballero opusino a hooligan de Magaluf en tan solo 49 segundos, que es lo que dura el vídeo de la ignominia, hasta que Mercedes Garrido es expulsada. Ultima Hora ha contactado con media docena de cargos y responsables de Vox para conocer cómo se vivió desde dentro el terremoto Le Senne. O Le Pen, que suena casi igual y es como algunos le han rebautizado ahora, homenajeando a la extremista francesa. Y a su santo padre, que era un poco nazi. Todos los consultados pidieron hablar bajo confidencialidad «porque luego las palabras se malinterpretan en Madrid». Aunque Gabriel, el día de su estallido volcánico, fue parco en palabras, así que hay poco margen para los enredos. Todos menos dos, porque Jorge Campos y Fulgencio Coll rehuyeron el ‘off the record': «Me puedes citar tranquilamente. Y lo diré muy claro: No puede ser que utilicen la mesa del Parlamento para hacer política (en alusión a los socialistas). En mi opinión es un gran acierto haber derogado la Ley de Memoria, porque solo sirve para separar, enfrentar y reabrir viejas heridas. Es una vergüenza que el PSOE monte este circo, porque gobiernan con proetarras de Bildu y separatistas. He hablado con Gabriel y él no quería arrancar nada, la foto estaba pegada. Sólo quería quitarla», sostiene Campos. Coll, por su parte, considera que «Gabriel cayó en la trampa, él no es así. El PSOE ha diseñado una campaña de crispación, pero el manotazo no fue malintencionado. Fue desafortunado y ha pedido perdón. Me gustaría que quedara muy claro que no tenemos nada contra las víctimas. No queremos otra guerra como la del 36. Ni otro 1 de octubre de 2017». Por otro lado, uno de los políticos conservadores que mejor conoce al inescrutable president del Parlament apunta: «La lectura simple es lo que ha pasado, que todo el mundo ha visto. Lo importante es lo que hay detrás, y eso no lo sabe tanta gente. A Gabriel, en las últimas semanas, le han impuesto desde Madrid un rol más político y menos institucional. Cuando se fue Xisco Cardona no había un hombre fuerte claro de enlace con la capital, y ahora habían apostado por Gabriel como candidato en 2027». Otro cargo de la Part Forana de la formación conservadora ahonda en esta idea: «Montse Lluís es la jefa que mueve los hilos para Abascal fuera de Madrid. Y le ha colocado a Gabriel una asesora que lo fiscaliza. Desde que ocurre esto él está muy tenso, casi desconocido». Vamos, que el hombre de hielo -que el jueves cumple 47 años- se está derritiendo. Como medio planeta, por otro lado. Que el cambio climático no perdona ni a los políticos. «En la rueda de prensa del otro día (sobre la bandera LGTBI) no era él. Y hay un detalle muy clarificador, después no colgó la intervención en las redes sociales», desvela otra fuente de la formación españolista. «El Grupo Parlamentario de Vox está roto: por un lado están ‘los Idoios' (Idoia Ribas, Agustín Buades y Sergio Rodríguez), y por otro Le Senne. Y el tercer grupo es el de Manuela Cañadas, que ahora está peleada a muerte con Idoia», sentencia otro cargo. A Le Senne, estos días, le ven mustio, casi marchito: «Él es tímido e introvertido y todo este ruido le afecta. Ya se ha disculpado, pero también es consciente de que cayó en la trampa que le tendieron». Su entorno insiste en que no dimitirá «bajo ningún concepto». Aunque tampoco hay que hacer mucho caso: Luis Rubiales decía lo mismo y miren cómo acabó. Ahora, mientras Madrid recompone los trozos de su muñeco roto, el piadoso Gabriel Le Senne espera al domingo. Imaginamos que para confesarse.

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