No le das un cigarrillo a tu hijo pero le entregas un móvil». Francisco Villar, psicólogo clínico infantil y juvenil, coordinador del programa de prevención del suicidio del Hospital Sant Joan de Déu de Barcelona y autor de ‘Cómo las pantallas devoran a nuestro hijos' intervendrá el próximo martes, 7 de mayo, en la tercera edición del Ciclo Jóvenes, organizado por Ultima Hora con la colaboración de la Fundació La Caixa. El acto tendrá lugar a partir de las 19.00 horas en CaixaForum Palma. La sesión busca una reflexión en torno a las consecuencias de la digitalización en edades tempranas en todos los ámbitos. Si quieres asistir, puedes inscribirte aquí.
Dice que las pantallas devoran a nuestros hijos. ¿No exagera?
— Si no hacemos nada los están devorando. Les está consumiendo su tiempo, que es lo más valioso que tienen y más a su edad. Los adultos estamos ya formados y el tiempo vale menos. El de los niños y adolescente es fundamental porque lo necesitan para aprender habilidades que necesitan para vivir una vida adulta, porque es una etapa de oportunidades y las pantallas se están comiendo ese tiempo. Y lo hacen para transformar ese tiempo y esa atención en dinero, no lo hacen por placer.
Vincula la irrupción de pantallas con un aumento de problemas de salud mental. ¿Son la única causa?
— El único provocador de la aceleración de ese incremento es el uso de las pantallas. No han inventado ningún tipo de trastorno pero llevo más de una década dedicado a la prevención del suicidio y en ese trabajo nos centramos en los factores de protección. Pues bien, ese tiempo en las pantallas les está impidiendo desarrollarlos.
¿La intimidad se ha convertido en ese sitio peligroso?
— Pero no solo eso. Está tu hija al lado tuyo, sentada en el sofá, algo que antes era una situación segura, pues te la pueden estar destrozando con cualquier cosa. Imagina que tu hija se desmonta, se pone a llorar y te cuenta: ‘me hacen acoso online'. ¿Qué puedes hacer? Denuncias. Pero ¿qué inmediatez tiene? Nos han engañado con que conexión es vinculación. Te dice tu hijo que tiene 2.000 amigos y en realidad están solos. Por eso tienen esos sentimientos crecientes de soledad. Están fatigados por el estímulo constante. El cerebro no mejora por estar expuesto a estímulos, lo hace a base de trabajar, con repetición y aprendizaje.
¿Se trata de proteger y educar para usar esos dispositivos?
— Es que eso es muy antiguo, lo llevamos diciendo desde 2008, cuando aparecieron los móviles inteligentes. Los únicos que mejoran la atracción de los chavales son las empresas que se disputan su tiempo. Mejoran su capacidad para hacer adictivos sus productos. Los adolescentes cada vez están más horas en Youtube, Tiktok o Snapchat. Los que plantean educar han fracasado estrepitosamente. Es mucha credulidad con la educación, renunciando a un factor importante que es la prohibición. Educar sin prohibir no es educar.
¿Qué prohibiría usted?
— Todas las pantallas enteras. Incluimos todo. Cojo todas las pantallas. Mínimo hasta los ochos años. Luego, cada pantalla que quiera entrar en la vida de los menores que nos diga qué va ha hacer con ellos. Lo que sabemos es que los niños, con lectura, juego y colegio se desarrollan de forma adecuada y sana. Hasta los ocho no hay discusión porque sabemos que su efecto es malo. A partir de ahí, el que quiera proponer algo y que aporte de verdad, solo que sea algo divertido no puede valer.
¿Hasta cuándo?
— Hay estudios que miden la calidad de vida en función del momento en el que consigue primer dispositivo en propiedad. En calidad de vida, en depresión, todos los indicadores empeoran cuanto antes. Los que iban mejor eran los que lo recibían a partir de 18 años. Lo mejor que puedes hacer es que el primero se lo compren ellos. Antes de los 16 es difícil. 14 y 15 son el pico de suicidios, son edades muy complicadas. A los 16, con un montón de controles que funcionen de verdad, no los que hay ahora.
Bien, todos los compañeros de clase de mis hijos tiene móvil, ¿qué hacen los padres?
— Eso es supercomplicado y es a lo que no hay derecho. Adolescencia libre de móvil hizo una encuesta: más del 60 por ciento de los padres cree que hay que darles el móvil después de los 16, pero el ochenta por ciento se lo da antes. Cuando los profesionales estamos intentando concienciar a los padres es complicado, pero están concienciados No son incoherentes, saben que es el peor regalo, pero se sienten forzados, no pueden actuar con libertad, se siente doblegado por la presión social y esas amenazas de que se van a quedar solos. Se sienten forzados en cómo educar a sus hijos por gente muy habilidosa, las tecnológicas hacen el relato y tienen a gente muy preparada para ello. Yo en los colegios lo que veo son padres doblegados, angustiados que saben que están poniendo en riesgo a su hijo. Los padres de chavales que han sido los únicos que han pasado la ESO sin móvil te cuentan que no ha pasado nada.
¿Qué mejora sin teléfono móvil?
— Quitas la interferencia y la vida brota. El tiempo que ocupa el móvil es tiempo de vida. Se enterará igualmente de que han quedado sus amigos y no le pasará nada. Hay que preservar cada tiempo en su cosa, si no, luego nos ponemos a hacer mindfulnes. No existe la multitarea.
¿Y los recursos en salud mental?
— Todas estas medidas tienen que empezar a dar sus efectos. Los centros que han prohibido el móvil me dicen que ha disminuido el conflicto. En prevención de suicidio se han hecho un montón de esfuerzos y lo que estábamos viendo es que se habían triturado. Los recursos están puestos y se han tomado medidas para reforzar la atención a la salud mental, pero las pantallas hacen que no sean efectivos. Cuando limitemos esa afectación la recuperación será muy fuerte. No tenemos datos, pero tengo esperanza que todas esas iniciativas funcionen. Soy optimista.
El apunte
«Estamos perdiendo todas las batallas. Vamos a unirnos y a cambiar esto»
«Estamos perdiendo todas las batallas», dice Villar, que advierte de un repunte del tabaquismo. «Es muy barato para las tabaqueras pagar a cuatro youtubers que apelen a la libertad». Sobre el machismo en adolescentes recuerda que: «Eres tú quien ha dejado entrar en la habitación de tu hijo a cualquiera. Estamos en una transmisión de valores que es un desastre». Y apela: «No les podemos fallar. El reto es afrontar la vida con valentía y dar ese ejemplo. Enfrentar esos retos que tenemos y no quedarnos ahí. Vamos a unirnos y cambiar eso. Los cambios los hace la minoría consciente, no nos engañemos».