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«Cuando hay un trastorno mental las drogas afectan diferente»

El psiquiatra Néstor Szerman preside la World Association of Dual Disorders (WADD) que esta semana ha celebrado su congreso mundial en Mallorca

Néstor Szerman durante el congreso de la Asociación Mundial de Patología Dual, en Palma. | Pere Bota

| Palma |

Reconocido internacionalmente como un experto en adicciones y otros trastornos mentales, lo que se conoce como Patología Dual, y considerado uno de los más importantes líderes de opinión en este campo, Néstor Szerman ha participado esta semana en Palma en el 8º Congreso Mundial de la World Association of Dual Disorders (WADD) que preside y del 26º Congreso de la Sociedad Española de Patología Dual (SEPD).

¿El trastorno mental lleva a la adicción o es al revés?
—Es la pregunta del huevo y la gallina. Sabemos que las funciones mentales (cómo pensamos, sentimos, nos relacionamos o comportamos...) están basadas en el cerebro. Cuando tiene fallos o averías, sea por algo genético, neurobiológico o medioambiental se producen los trastornos. En función de la sintomatología le damos un nombre u otro. Quienes lo padecen encuentran en ciertas sustancias unos efectos diferentes que el resto. En el cerebro existe un sistema opioide endógeno, uno canabinoide endógeno y un sistema nicotínico endógeno. Son circuitos cerebrales que tienen que ver con nuestra superviviencia como individuo y como especie y sobre los que impactan las drogas exógenas. A las personas con un trastorno mental se le averían estos circuitos y cuando toman cannabis, o tabaco o cocaína tienen unos efectos recompensantes diferentes a cualquier otra persona. Lo que les lleva a engancharse y se agrava la evolución del trastorno.

Cuando se habla de patología dual ¿se contempla el tabaco como uno de los supuestos?
—Sí, es una sustancia muy importante. El sistema nicotínico endógeno tiene que ver con las funciones cognitivas, con la concentración, o dimensiones emocionales como la rabia o la hostilidad. Estos circuitos sustentan nuestra forma de ser y estar en el mundo.

¿Qué piensa de la decisión del Reino Unido de prohibir el tabaco a los nacidos a partir de 2009?
—Puede ser importante pero decía el doctor Fagerström, puede haber un mundo sin tabaco pero no sin nicotina. Si la nicotina no se quema podría ser como el café. Suecia es el país de la Unión Europea que más ha disminuido el consumo de tabaco porque ellos tienen el snus, unas bolsas de tabaco para las encías que liberan nicotina, da los efectos sin a combustión que es lo malo.

Conociendo la estrecha relación entre el trastorno mental y la adicción, ¿no se puede prevenir?
—Claro, pero la prevención está basada en conceptos morales. Está bien el ‘no a las drogas', pero los adolescentes experimentan. Habría que prevenir identificando la población de riesgo, sobre todo la que tiene una alta densidad de trastornos mentales en su familia.

La adolescencia en sí ya lo es.
—Es una edad de conductas de riesgo porque el cerebro se prepara para la vida adulta pero si además va acompañada de una vulnerabilidad para tener trastornos mentales... En este caso cuando fuman un porro no van a sentir lo mismo que otros. El efecto tendrá tal magnitud que se quedará enganchado, desarrollará un consumo compulsivo y a veces a su vez eso desencadena en un brote psicótico.

¿Hay más patología mental o se diagnostica mejor?
—No hay más pero la identificamos mejor y además tenemos programas. El Gregorio Marañón tiene programas piloto con colegios donde van los psiquiatras y se detecta a los niños más vulnerables para hacer una prevención basada en la evidencia científica.

Tras la pandemia que enfatizaron los problemas de salud mental, hay comunidades que proponen cribados en los colegios, ¿está a favor?
—Sería muy bueno, es una forma clara de prevenir y buscar a la población de riesgo en adolescentes. Pero todo esto está mas relacionado con los cambios culturales y las nuevas tecnologías que con la pandemia.

Pero en Baleares ha crecido el consumo de psicofármacos, los toma un 17 % de la población.
—Es lógico que la población busque cosas que la alivie. Se hace con el dolor de cabeza y debe hacerse con la ansiedad o el insomnio, no hay que demonizarlo.

¿Cree que la sociedad está peor?
—Creo que hay más conocimiento y más acceso, por la demanda.

¿Hay carencia de especialistas o una falta de formación específica entre éstos?
—Las dos cosas. Y faltarán más profesionales en los próximos años por la jubilación, algo que no se ha previsto. Además no explica la patología dual porque hay una concepción moralista todavía y se dice que la gente toma tóxicos, como si las drogas lo fueran. Son medicamentos que actúan de mala manera en el cerebro.

¿Hay que tratar a la vez un trastorno mental y una adicción?
—Van juntos. No se puede separar.

¿Esto lo saben las entidades que se dedican a la drogadicción?
—Habrían que preguntarles a ellos.

El tratamiento por neuromodulación del que se ha hablado en el Congreso, ¿no recuerda al electroshock?
—El electroshock es una generación antigua de influir sobre el cerebro. Ahora se hace con aparatos de estimulación magnética transcraneal profunda aprobados por las agencias reguladoras americana y europea. Una de las bobinas es para la adicción al tabaco. Se ha demostrado la eficacia. Tendrá un desarrollo enorme en los próximos años.

¿Qué diferencia hay entre las adicciones que tienen una sustancia de por medio y las que no?
—No por beber alcohol se es adicto al alcohol, ni por jugar se es adicto al juego. Hay personas que vienen con vulnerabilidad genética neurobiológica y ambiental. Más del 80 % con problemas en el juego tiene una impulsabilidad muy elevada.

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