«Alquilar mi piso me ha arruinando la vida». Esta es la dura conclusión a la que llega Cristina Jiménez, ya que sus inquilinos no le pagan desde marzo de 2022 y le deben casi 20.000 euros; además, teme que le estén destrozando el inmueble. A todo ello hay que sumar que esta vivienda está hipotecada y abona cerca de 600 euros mensuales por el préstamo hipotecario, así como los gastos de la comunidad de vecinos.
En agosto de 2021 Cristina decidió arrendar su piso, ubicado en la zona nueva de Son Oliva (Palma), a una pareja con un hijo. «Los dos tenían trabajo», lo que le llevó a pensar que era una garantía para percibir los 850 euros mensuales que acordaron. El inmueble tiene 120 metros cuadrados, tres habitaciones y dos baños. Durante los primeros meses le pagaron, pero en marzo de 2022 dejaron de hacerlo. «Me dijeron que habían tenido un problema familiar». Lamentablemente, nunca más volvieron a cumplir con sus obligaciones: «Dejaron de cogerme el teléfono», recuerda.
Poco después, Cristina decidió poner este asunto en manos de un abogado. Su vida se ha convertido en un auténtico calvario. Sus inquilinos se han declarado vulnerables. «La nueva Ley de Vivienda va contra los propietarios y beneficia a los que no pagan. Además, la actuación de los juzgados es lamentable», denuncia. En este sentido, narra las dificultades que han tenido para notificar a los arrendadores el proceso de desahucio, ya que no abrían la puerta. Una vez que fue posible fijar una fecha de alzamiento, se canceló porque el juzgado no había notificado a uno de los dos arrendatarios; ahora han vuelto a establecer una nueva fecha: finales de enero.
«No volveré a alquilar mi piso»
La decisión de arrendar su propiedad se ha convertido en una tortura para Cristina, ya que la tomó con la intención de conseguir unos ingresos extra que le ayudasen a pagar la hipoteca. Sin embargo, ha sucedido todo lo contrario: además de no cobrar los 850 euros al mes previstos, ha tenido que hacer frente a nuevos gastos, como el de un abogado. «No podemos hacer nada; yo soy autónoma, y no tengo un sueldo fijo; vivo con la presión de no saber si voy a poder hacer frente a todos los gastos», expone.
A todo ello hay que añadir los nervios que tienen por lo que puedan estar haciendo los inquilinos en su vivienda, ya que los vecinos le llaman constantemente para quejarse por el escándalo que hacen y las peleas que tienen. «Han puesto hasta cámaras en las zonas comunitarias», resalta, al tiempo que siente una gran impotencia por no poder hacer nada para evitar las molestias. Cristina confiesa que su situación es límite, tiene tanta ansiedad que incluso tiene que ir a un psicólogo para que le ayude a hacer frente al día a día; esto supone otro desembolso más para su economía.
Por todo ello, lo tiene muy claro: «Nunca más volveré a alquilar mi piso. Lo dejaré cerrado o me iré a vivir yo». Ahora reside con su pareja en Inca. La situación que está viviendo Cristina no es una excepción. Ultima Hora publicó el pasado domingo que está aumentando la preocupación entre los propietarios por el aumento de 'inqui-okupas' en Mallorca; es decir, personas que pagan unos meses de alquiler, dejan de hacerlo y se declaran vulnerables.