El Llar Reina Sofia es un hervidero de actividad diario. Este miércoles, aun más, ya que celebraba 35 años de vida, de historias, de relaciones cotidianas y de barrio. Para muchos vecinos y usuarios, este lugar es su segunda casa. Lo asegura un veterano de la barriada, Bernat Muñoz, que, con 95 primaveras a sus espaldas, acude a este centro casi cada día: «Vivo en Verge de Lluc desde 1962; me quedé viudo hace 11 años y desde entonces el llar se convirtió en mi salón, mi comedor... mi segunda casa. Hablo con los vecinos, tomo café, participo en alguna de las actividades y me quedo a comer», señala este usuario que, debido a los habituales achaques de la edad, ha tenido que dejar su casa e irse a vivir con sus hijos, y aún así intenta venir cada día, si alguien puede acercarle.
Un segundo hogar
El Llar Reina Sofia se inauguró el 18 de octubre de 1988, y además de funcionar como centro sociocultural, en 1995 empezó con la experiencia piloto de centro de día; en 2004 se integró en la Red de Atención a la Dependencia donde actualmente atienden a 25 personas con dependencia funcional a las que «ofrece servicios de acogida y apoyo, con finalidad terapéutica y rehabilitadora, así como asistencia para las actividades de la vida diaria», explica Caterina Massutí directora del centro sociocultural desde hace más de dos décadas.
Francisca Díaz, de 77 años, sufrió hace 12 años dos ictus que la postraron en una silla de ruedas, desde entonces es usuaria del centro de día. Cada mañana la recoge la ambulancia en su casa del Rafal Nou sobre las 8.30 para llevarla al centro de día, no regresa hasta las 18 horas. «Venir aquí me da la vida», explica, mientras que otra compañera, Francisca Servera, que acude al llar con su botella de oxígeno, coincide con ella. «Aquí socializamos, charlamos, es otra cosa».
Desde este miércoles y hasta el viernes, la dirección del centro ha organizado diferentes actividades para celebrar estos primeros 35 años de un centro para personas mayores que «han visto cómo, sin dejar de vivir en su domicilio habitual y con sus familiares, ha cambiado su vida. Se sienten acompañados y miembros de un grupo. Sus enfermedades no han desaparecido, pero están controladas; realizan actividades que mejoran su salud psicofísica, hacen cosas interesantes que antes no hacían o habían dejado de hacer. En definitiva, viven», relata la directora del centro Reina Sofía.
El Llar Reina Sofia abre de 8.30 a 20 horas, trabajan 23 profesionales, cuenta con 878 asociados, 25 usuarios del centro de día y cada día se pasan 100 persona por este centro sociocultural. Ofrecen clases de pintura, informática, gimnasia o talleres para mejorar la memoria. Por su peluquería, por ejemplo, pasan diariamente una veintena de clientas. Todas del barrio, todas habituales. Solo hay que echar un vistazo a la lista diaria clientes: nombres sin apellidos, motes, 'madres de', 'amigas de'. «Aquí nos conocemos todos desde hace año. Esto es una gran familia», apostilla Margarita Alorda, responsable de la peluquería.