Colocas el pie en el pedal de acelerador, aprietas las levas de embrague en el volante, escuchas la cuenta atrás: 3, 2, 1... Y aparece frente a ti el circuito de Silverstone, 5.891 kilómetros de asfalto y 15 minutos de gas al frente de una carrera de Fórmula 1. Con el volante entre las manos, podrías estar en el autódromo de Inglaterra, pero en realidad, te encuentras en el módulo A del aeropuerto de Palma de Mallorca, la primera terminal de la red de AENA que cuenta con tres simuladores Playseat, instalados la última semana de agosto.
Este equipo, colocado a pocos metros de la pista de despegue, ofrece la misma postura de conducción que la que siente un piloto de F1. Concretamente, se ubica en la zona de embarque, generalmente, de vuelos internacionales con destino a Schengen, Reino Unido e Irlanda. Toni Lluc Martí, trabajador de Akidragon, la empresa responsable de estos simuladores de conducción, explica que se trata de un «último modelo con Playstation 5, cuenta con el sistema Thrustmaster t300 instalado, que es tope de gama, y el volante, una edición especial, es una réplica exacta del modelo que lleva la Scuderia Ferrari 2020».
«Lo que realmente ofrecemos es algo diferente», señala el 'jefe de equipo' de estos boxes entre el ruido del motor. Un simulador disponible para todas las edades, según aclara Toni, «es modular, por lo que se puede ajustar la distancia de los pedales». Pero, desde luego, entre los curiosos que se aproximan al juego, asegura que priman los aficionados a la Fórmula 1, ya que el videojuego elegido es el F1 23. El área dedicada a la experiencia de la conducción está configurada por tres asientos con sus respectivos volantes, pedales y pantalla curva de 32 pulgadas full HD.
Se trata de un material de primera, como asegura Peter Knight, un turista de Isle of Man (Reino Unido) y padre de Arran (9 años) y Lewis (11 años), dos niños que han disfrutado de la experiencia al volante. «Es un precio bastante razonable, 7 euros, por un buen tiempo, 15 minutos, para que los niños hagan algo más que esperar al avión. Parecen disfrutarlo mucho. También, es un juego de buena calidad», apunta Knight, que espera para embarcar en un vuelo a Manchester.
Una herramienta que no solo ha servido de entretenimiento a familias, tal y como relata Toni Lluc de Akidragon: «el domingo, como hubo bastantes retrasos por la tormenta, la gente se pasó en los videojuegos todo el día. Venían, jugaban, se daban una vuelta y volvían a repetir. Lo divertido es que si hacen la carrera a contrarreloj y eligen el mismo circuito, pueden competir a ver quién consigue el mejor tiempo. Aunque no se conozcan, las personas hacen una amistad a través del juego». Asegura que hace que el ambiente en el aeropuerto, «un lugar en el que estás rodeado de desconocidos», sea más cercano a casa.