El historiador Josep Juan Vidal presentó ayer La Germanía de Mallorca (El Tall), que define como «uno de los acontecimientos más importantes de la historia de Mallorca y la revuelta social más masiva que ha existido en la isla».
Hace 50 años que estudia este movimiento social que ahora descubren muchos con motivo del 500 aniversario.
—Mis primeras publicaciones entre 1973 y 1985, trataron sobre el movimiento social de la Germanía mallorquina, después me dediqué a la historia agraria, más tarde a la demografía histórica y finalmente a la historia social del poder, que constituye la mayor parte de mis más de cien publicaciones. Este año con motivo de la conmemoración de los 500 años de la Germanía, he vuelto sobre el tema.
¿Con nuevas aportaciones?
—La Germanía es uno de los acontecimientos más importantes de la historia de Mallorca y la revuelta social más masiva que ha existido en la isla. Merece atención especial. Considero que el libro va ser una aportación relevante para el mejor conocimiento y la interpretación de este movimiento, que tuvo lugar entre 1521 y 1523. En el libro, se cita bibliografía, pero hay también mucha aportación documental.
Eso de la politización de las Germanías…
—En 1985, escribí un capítulo de un libro, titulado una historia partidista y polémica. De partida he escrito un trabajo intentando huir de tomar partido, ser lo menos partidista posible e intentando comprender las razones por las que uno y otro bando contendientes adoptaron sus correspondientes posturas en lo que fue una guerra civil.
¿Qué opina de todo el asunto de las llaves del Regne de Mallorca?
—La oferta de unas llaves de oro al monarca por parte de los agermanados, que intentaron una negociación en la Corte, existió. El monarca las rehusó y expuso que les vertaderes claus quens haveu de donar han de esser de pura e fael obedientia ab tot affecte a nostra reyal persona y en nom de aquella a don Miquel de Gurrea, nostre lloctinent y capità general, que había sido destituido por los agermanados. Al monarca no le impresionó nada la oferta. El paradero de las llaves es hoy desconocido.
¿Qué fue la Germanía?
Fue una cruel guerra civil entre mallorquines a comienzos del siglo XVI, hace 500 años. Fue protagonizada por un sector importante de menestrales y payeses para reducir la carga fiscal que recaía sobre ellos. A ellos se opusieron los caballeros y ciudadanos, denominados los mascarats que buscaron y consiguieron el apoyo de la monarquía.
¿Fue la Germanía coetánea con otros movimientos en la Península?
—Coetánea con las Comunidades de Castilla y con las Germanías de Valencia. Estas últimas, dados los contactos personales, epistolares y comerciales existentes con Mallorca, influyeron decisivamente en el movimiento social. El líder, Joanot Colom, había trabajado como aprendiz en un taller valenciano de Jacob Ròtol y mantuvo correspondencia con el hijo de su maestro.
¿Dominó la Germanía toda Mallorca?
—El movimiento se inició en la ciudad y con rapidez se extendió a todas las villas de la isla. Los antiagermanados se refugiaron tras núcleos fortificados, como Alcúdia y el Castillo de Santueri, desde donde resistieron asedios y ataques. La resistencia de Alcúdia, donde se introdujeron muchos mascarats le valió después la obtención de privilegios, entre ellos el titulo de ciudad.
¿Quiénes fueron los dirigentes de la Germanía?
—El primer dirigente, en febrero de 1521, fue un pelaire, Joan Crespí. Las divergencias existentes entre los agermanados motivó que quedara fuera de la escena política en octubre del mismo año y que la Germania pasara a ser dirigida por Joanot Colom, un bonetero, natural de Felanitx, que fue ajusticiado y a quien se dedicó en 1870, la calle que va de la plaza Mayor a la de Cort.
¿Fue dura la represión?
—Muy dura. Se cometieron excesos por ambos bandos. Pero una vez dominado el movimiento agermanado por una expedición venida de fuera y desembarcada en Alcúdia, tuvo lugar una represión, manifiesta en condenas a muerte, a galeras, al exilio y en multas indiscriminadas.
Algún detalle de esa represión…
—Parecen increíbles los actos de crueldad, como el incendio de la parroquia de Pollença por parte de los realistas, con centenares de mujeres y niños inocentes, que murieron quemados o asfixiados.