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Guerra Rusia-Ucrania

La economista ucraniana de Mallorca que vendió todo para ayudar a su país

Daría Fabrichnikova lo deja todo para volcarse con sus compatriotas y crea una asociación de ayuda

Daría, durante la entrevista. | Alejandro Sepúlveda

| Palma |

«Volábamos de Mallorca a Madrid aquel 24 de febrero pasado. La vida se paró para mí. Estábamos en el avión y nos enteramos de la noticia: Putin acababa de invadir mi país». Daría Fabrichnikova tiene 39 años y es financiera ucraniana, formada en Londres. La guerra le sorprendió en la Isla y, desde entonces, lo dejó todo para volcarse en apoyar a sus compatriotas y a su país: «He vendido hasta mi coche BMW para poder enviarles ayuda».

La economista, antes de abordar el drama ucraniano, hace una reflexión. «Es importante ver que todo esto no ocurre de la noche a la mañana. En 1999, con la renuncia de Boris Yeltsin, Putin llega al poder y pone en marcha un plan a largo plazo. Empieza a mentir sobre Ucrania para confundir a su pueblo. Decía que los ucranianos mataban niños y cosas así. No era algo casual, era su plan. Después, en 2014, se aprovecha de que no teníamos casi Ejército y el presidente pro ruso había huido de nuestro país e invade Crimea. Le interesaba porque es una zona de aguas profundas, para sus buques de guerra. Y la base naval de Sebastopol. Allí empieza a dar buenas pensiones a la gente mayor, para ponerlos de su lado. Luego, el año pasado llega la invasión. Pero no se engañen, Putin no se parará en Ucrania. Luego irá a por Polonia y a por otros países del Este de Europa, se lo aseguro».

Con todo, Daría recuerda con sentimientos encontrados que su pasaporte, antes, decía que era rusa. Nació en Jarkov, al norte de Ucrania, en la frontera con Rusia. «En mi familia hablábamos ruso. Todo era normalidad. Nos sentíamos rusos y también ucranianos. Los dos idiomas se parecen. Nosotros entendemos el ruso, pero los rusos no nos entienden a nosotros. Eso fue muy importante cuando empezó la guerra en febrero; nos dio ventaja contra los invasores en las comunicaciones».

Postales desde Ucrania.
1. Daría, con unas amigas, en el puerto de Odesa, con el mar Negro de fondo. La zona, ahora, está tomada por los militares por si hay una invasión anfibia. 2. La economista, con sus progenitores, en la casa familiar que tuvieron que dejar por la guerra. 3. Una comida familiar cuando nada hacía presagiar que Putin iba a invadir el país. 4. La madre y el padre de la economista. 5. Con sus padres, en una plaza de Odessa. Fotos: DARÍA FABRICHNIKOVA

Invasión

Sobre si creía que Putin se atrevería a invadir su país, la economista salta como un resorte: «Sin duda», exclama. «No tenía ninguna duda de lo que iba a pasar. Mucha gente no lo creía o dudaba, pero yo estaba segura. La Inteligencia norteamericana lo advertía continuamente, así que la noticia no me pilló por sorpresa. Aunque, por esperada, no fue menos dolorosa». Los combates más salvajes, en las primera semanas, se registraron precisamente en Jarkov, su ciudad natal. La resistencia ucraniana fue desesperada y tras meses de encarnizados combates después del verano consiguieron expulsar a las tropas rusas.

Fue una gran victoria, pero con un coste enorme: «Está todo destruido, es un desastre total. No queda nada en pie», clama la financiera. La guerra sorprendió a sus padres en la ciudad costera de Odesa, una joya arquitectónica a orillas del mar Negro. «El primer día me decían que me calmara, que lo que quería Putin es que los ucranianos huyeran y que ellos no se iban a marchar de su casa de ninguna manera. Tenemos un chat de la familia en los teléfonos móviles y yo les rogaba: ‘Huid ahora, antes de que sea demasiado tarde, por favor'. Pero ellos me decían que ya estaba bien, que no se iban a ir a ningún sitio y que no insistiera».

Esa noche Daría no pegó ojo, pero al amanecer sus padres cambiaron de opinión drásticamente: «Cayeron bombas en las calle de al lado, fue algo espantoso. Entonces decidieron marcharse en dirección a Rumanía, para salvar sus vidas. Mi padre no llevaba gasolina en el coche, estaba histérico y en shock, en lugar de coger su ordenador, cogía harina. Se equivocaba de cosas porque estaba sobrepasado por la situación, por la guerra. No saben usar la aplicación de Google Maps, así que su huida fue muy complicada. Antes de llegar a Rumanía debían cruzar el río en barco, pero no eran los únicos que querían huir. Las carreteras estaban abarrotadas y aquello era un caos. Pasaron la noche en el coche, la gente hacía sus necesidades en los arcenes. Al final, pudieron cruzar a Rumanía, donde les esperaban unos amigos, pero se perdieron y los amigos de mi hermana los encontraron temblando, muy asustados. Estaban fatal y los metieron en un albergue. Fueron unos momentos terribles».

«Me enteré de la invasión de mi país en el avión, volando de Mallorca a Madrid. Fue un ‘shock'»

Volcada

Desde ese momento, Daria se consagró a luchar, a su manera, contra Putin y sus tropas. Primero vendió su coche BMW y con el dinero empezó a ayudar a familiares, amigos y refugiados. «Fuimos a Decathlon y compramos muchos sacos de dormir, para la gente que pasaba la noche en las calles o en los coches, con temperaturas gélidas». Durante casi cuatro meses, Daria lo dejó todo para volcarse con sus compatriotas que resistían en el frente o salían del país, como refugiados. Envió dinero y permitió que muchas familias no pasaran tantas calamidades económicas. Al hablar un español fluido, ayudó como intérprete. Además, con su marido Karsten Becker, están creando una asociación de ayuda a los refugiados que llegan a España. También pone en contacto en las redes sociales a personas que quieren ayudar y a otras que piden auxilio.

Antes de la guerra, Daría tenía muchas amigas rusas. Pero las cosas se fueron tensando y ahora ha cortado la comunicación con la mayoría de ellas: «No les quiero ningún mal, porque eran mis amigas, pero ahora ya no podemos tener la relación de antes. Han pasado demasiadas cosas». Sobre el futuro de la guerra, no es demasiado optimista: «Antes pensaba de otra manera, pero ahora no. ¿Cómo vamos a poder ganar a un Ejército tan poderoso como el ruso? Putin se gasta auténticas fortunas en financiar a sus tropas, mientras el pueblo ruso es pobre y muchos pasan hambre. Pensaba que la OTAN nos ayudaría más, la verdad. España sé que está entrenando a mandos ucranianos aquí, pero no sé cómo acabará la guerra. No podemos negociar porque nos han quitado un trozo de nuestra tierra». Lo único que tiene claro es que la invasión concluirá «el día que desaparezca Putin. Si él muere, todo acabará».

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